Peñarroya-Pueblonuevo - Cultura -

Dice una leyenda minera que es tal la oscuridad de la mina que hasta las sombras se pierden de sus dueños. Pues bien, la boca de la mina se convierte en el escenario de un peculiar cabaret de sombras perdidas. El minero-maestro de ceremonias nos recibe: Bienvenidos sean a Carbón Club. A ustedes que son tan de hoy, les vamos a contar una historia de ayer. Y las historias que cuentan las gentes de las minas desprenden ideas intensas: el destino trágico, el valor de la solidaridad, la virilidad, el espíritu combativo y reivindicativo,...Son, precisamente, esas ideas de trasfondo humano las que nos han interesado por encima del propio paisaje de la mina. En Carbón Club no hay corredores, vagonetas ni carbón. Únicamente mineros dispuestos a contar, entre bailes e interpretación, sus pequeñas, o bien, sus grandes historias personales. Historias que ocurrieron ayer pero vigentes desde la metáfora. Carbón Club nos cuenta las historias de cuatro personajes interrelacionados que evolucionan en sus respectivos conflictos hacia un destino común:
El minero que estaba a una semana de casarse cuando el último desplome lo pilló dentro.
El amigo enamorado de su amigo y que esconde, cada vez que baja a la mina, la pasión que siente por otro hombre para que nadie lo note. La novia que espera, eternamente, vestida de blanco, la salida de los mineros para volver a ver a su chico. Y la chica del club, la que limpia, la que ríe y consuela a los hombres y de la que nadie adivina su pasado ni procedencia. Todos ellos caminan por las “venas” de la roca como sombras perdidas buscando una salida, hasta que, al fondo de la galería, perciben el resplandor de las luces, a modo de candilejas. Se trata de Carbón Club, el club donde los muertos se ríen de su propio destino. Damas y caballeros, esto es Carbón Club, el diamante pariente del carbón. Bajar esa mina es asomarse al otro, a esos otros que podríamos ser si los dados hubieran caído de otra manera.