Publicado el 15 de Febrero de 2019, Viernes Lourdes Paredes Cuellas
Opinión - Cuando los gobernantes en el poder no se preocupan de mantener o mejorar el nivel de vida de las mayorías, la sociedad se polariza.
Dicen que el bipartidismo es síntoma de un sistema estable donde las cosas funcionan más o menos bien, donde hay un modus vivendi que, mal que bien, permite a la mayoría de la gente realizar sus modestos planes vitales (trabajo, vivienda, familia…). Es decir, el sistema económico y social más o menos marcha y la gente lo que busca es continuidad y cambios menores, pero sin alterar nada en esencia, al fin y al cabo la mayoría de la gente lo que quiere es vivir y que la dejen vivir sin muchos sobresaltos ni muchos apuros, aspiración que por cierto, me parece de lo más lógico.
Ahora ¿Qué pasa cuando eso no es posible y no se articulan respuestas válidas desde el poder? Que el nivel de vida se deteriora, que la gente no puede llevar a cabo sus planes básicos y que al final pierde la paciencia y se harta. Otra cosa bastante lógica.
En España, desde que se vino abajo la burbuja del ladrillo, a pesar de que no juren y nos perjuren que hemos salido de la crisis y demás, las diferencias sociales son cada día más grandes, el porvenir de millones no está claro, la precariedad laboral es bandera y los sueldos a la baja su santo y seña. En este contexto son pocos los privilegiados que se pueden permitir el lujo de hacer planes y esto viene siendo así desde hace más de diez años (recordemos que en 2008 es cuando explota todo el tinglado).
Desde entonces el malestar ha ido en auge, primero la reacción ante la situación fue un cambio de gobierno en 2011 que no hizo si no ahondar en la degradación de las condiciones de vida de las mayorías, ya tocadas de por sí después de tres años de crisis. La segunda reacción y muestra del hartazgo que había fue el 15-M, de donde surge Podemos. Hasta las elecciones de 2015 y 2016 la población en su desesperación ante las dificultades de lo cotidiano posó sus esperanzas en la formación morada, pero la misma, desde que entró en el Parlamento ha hecho un deriva hacia temas que poco están en relación -por lo menos los de impacto más mediático- con los problemas de la mayoría de la gente: trabajo, techo, prestaciones sociales, un futuro… Y eso les ha pasado factura, con o sin alianzas con otras fuerzas. La gente está desilusionada con Podemos, pero sigue viviendo igual y la desesperación y el descontento siguen así.
Fruto de esta situación, un partido que ha salido del limbo en el que estaba con su fundador Sr. Vidal Cuadras, ha canalizado el descontento aprovechando al mismo tiempo los sucesos en Cataluña y las contradicciones de la izquierda. Me refiero a Vox. Es el anverso de derecha de Podemos en cuanto a extracción social de sus votantes y motivos por los que obtiene votos (el descontento y el asqueo generalizado con los dos grandes partidos tradicionales y su incompetencia), por tanto, no es de sorprender que durante un tiempo siga subiendo, hasta que, como Podemos, pierda apoyos. Si no llega a gobernar, claro.
Por tanto volvemos al principio, si un sistema bipartidista es síntoma de la conformidad de las mayorías con el sistema, una cosa está clara: esa conformidad no existe ya, el motivo, simple LOS GOBIERNOS NO SE PREOCUPAN POR LAS MAYORÍAS. Y eso lo pagamos todos. Y todo esto lo dice un señor que (respetando a los que piensan distinto mientras me respeten a mi), desde luego, no es de derechas.
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