Lourdes Paredes Cuellas

Opinión -

Siempre se ha dicho que para hacer las cosas bien, hay que poner negro sobre blanco pero igual que las pistolas, las plumas las carga el diablo; ya no sé si es cosa de los tiempos convulsos en los que vivimos o que el periodismo está cambiando.

Se usa la pluma como martillo de juez, para dictar sentencia. Filtraciones que no hacen otra cosa que poner de manifiesto que el sistema está corrupto (ya no me refiero a los que están arriba y meten la mano en la caja), sino que tenemos informaciones de juicios que son a puerta cerrada, al más estilo gran hermano, la vida en directo.

SI hay secreto sumarial, será por algo. Aquél que filtre, debería ser más que juzgado, ya que si se decidió en sus momentos iniciales que no debería conocerse los hechos hasta que finalice el mismo, será por no afectar a dicha investigación o juicio.

Hemos entrado en los últimos años en una deriva un tanto peculiar y peligrosa; y es que dicte lo que dicte el juez, ya se ha juzgado años o meses antes a un individuo sin que el juez abra la boca pero más vale hacer caso de los que ganan con vender su información, que esclarecer los hechos en cuestión. AL fin al cabo si lo dice las noticias / periódicos será verdad.

Ya no hablamos de mal o buen periodismo, escrúpulos aparte, hablamos o debemos hablar de PERIODIMOS en mayúsculas, ya que en ésta cuestión, algunos y algunas dejan mucho que desear. Todas esas informaciones no hacen otra cosa que desvirtuar la realidad y alimentar al gran monstruo de las redes sociales, cuando 140 caracteres pueden hacer más daño que una daga, haciendo viral hasta un mal día de cualquier persona, como si de romanos tratáramos y hoy es día de circo.

Defiendo el derecho de prensa y de libertad de expresión pero en infinidad de ocasiones, debe separarse y conocerse, si es la opinión del individuo o la de la línea editorial a la que representa. Reitero y repito aquí no hablamos de buen y mal periodismo sino periodismo, ya que la pluma es la juez del tiempo, y el tiempo Dios dirá.