Opinión -

  En efecto ese el nombre que se le daba a la carretera del cementerio Ntra. Sra. del Rosario, como consecuencias de haber existido de siempre, primero como camino y después como carretera vecinal la cual, al igual que hoy, acortaba en gran medida el tiempo de entrada al pueblo de las gentes que procedían del noreste como labradores, hortelanos, arrieros y trabajadores de todo tipo. Después sobre 1.920 se cierra el cementerio de la ladera del “Cerrillo la Cruz” y se instala el nuevo en el lugar más idóneo, cercano al pueblo pero no visible desde éste y con un acceso inmejorable, que es ornamentado desde las últimas casas hasta la verja de entrada con unos  90 eucaliptos. Mas abajo, ya existían 30 morales plantados no se sabe cuando ni por quien, aunque se supone que por el dueño de la finca, que lindaba con la del Mohedano que donó los terrenos para el nuevo Campo Santo de ahí, que desde mucho antes de su existencia ya se le conociera, como la “Carretera de los Arbolitos”.

   Esta carretera que como digo, su trazado es tan antiguo como el pueblo, ha sido lugar de juego para la chiquillería; paseo y punto de reunión de adolescentes y jóvenes y por ende lugar de enamoramiento para más de una pareja, no olvidemos que las sombras de sus eucaliptos en época estival brindaban a estar en la zona, que también era aprovechada por nuestros mayores diariamente, para contar en buena armonía las  “batallitas” vividas. Y algo que quiero señalar, por esta arteria se burlaban a los celadores de las garitas de arbitrios, puesto que la más cercana se encontraba en la esquina de la huerta “La Francesa”. Tampoco hay que olvidar que la alfarería instalada justo al principio, colaboraba para que su ambiente fuera de lo más heterogéneo.   

   Sin embargo, todo lo narrado a doña Luisa le importa un bledo y con una decisión poco ética y posiblemente ilegal, que raya el despotismo al menos en las formas, se arroga el derecho en 48 horas, de arrancar todos los árboles que de algún modo eran el alma de una vía que había estado y estaba para algo más que el paso de los féretros. Pero ya está hecho y ahora lo más grave de esta obra que ha llegado porque las elecciones están a la vuelta de la esquina es, que según se  rumorea, la parte de los morales, o sea el tramo que va desde una esquina del cementerio hasta el cruce del “Pasaje”, no va ser restaurado. Confío, en que solo sea un rumor y aunque no tengamos la Gran Vía que le han hecho al de Pueblonuevo si tengamos en TODA SU EXTENSION, la nueva carretera que tanto tiempo llevamos demandando.

    Digo lo de “gran vía”, porque como esta señora no es feliz si no humilla y discrimina a Peñarroya, resulta que el cementerio de San Jorge también estrena carretera y ¡Vaya carretera! El suelo, es similar al de una pista de pádel; la calzada, es muy amplia; dispone de aparcamientos y de árboles en toda su longitud. No penséis que exagero, podéis verlo porque está a punto de inaugurarse. Veremos con la “fobia”, la nuestra como queda, en principio la anchura es bastante inferior y por tanto, nos quedamos sin nuevos aparcamientos y posiblemente sin sitio para árboles. Haber que pasa.      

    Y es, que con la experiencia que tenemos tanto con la Casa de las Cultura que iba a estar para Octubre; con el acerado de las calles de más de 70 años; con la chapuza de Guzmán el Bueno, aún sin terminar; con el Hogar del Jubilado  cutre, feo e incómodo. Pues la verdad es, que ni con la restauración de los badenes, ni con la glorieta del puente, ya que éste es para propios y extraños. La desconfianza nos invade plenamente.