Peñarroya-Pueblonuevo - Opinión -

ANTONIO MORALES JUZGADO: Buen marido, buen padre, buen amigo y mejor persona. Parco en palabras, lo que le hacia ser muy prudente a la hora de enjuiciar los hechos de cualquier naturaleza. Servicial y voluntarioso a la hora de "arrimar el hombro" como tantas veces lo demostró en el casino "La Peña" donde hizo más que ningún otro socio, a veces con la inestimable ayuda de su esposa Antonia, con quien estaba unido de tal manera que separarlos, aun que fuera poco tiempo, era prácticamente imposible. Parece que los estoy viendo "marcándose" aquellos tangos que con tanto énfasis pedíamos para ellos, a la orquesta de turno. Porque no fuera un parlanchín, no quiere decir que no le justara divertirse viajando y alternando en todos los terrenos como el que más.

    Desde estas líneas un poco tardías, por motivos que el desde el cielo conoce y entenderá, se que sabrá perdonarme. Quiero glosar su memoria, dejando constancia como he apuntado anteriormente de que Antonio era una buena persona que a nadie hizo mal, al menos que el fuera consciente. Compañero inseparable de su amada Antoñita, siempre pendiente de ella y de sus queridos hijos y nieta, para que no carecieran de nada, tanto en el orden material como afectivo, preocupándose de todo y de todos, en mi caso, pocas horas antes de  dejarnos, preguntándome por la familia olvidándose de lo mal que se encontraba.

    De ahí, que le conocía desde que estábamos juntos en la escuela de Casas-Blancas y creo saber cual era su manera de ser y de saber. Desee, rendirle este merecido homenaje a quien desde su puesto de trabajo, hasta bailando sevillanas en la feria de Córdoba, supo estar siempre con la formalidad debida, dando ejemplo de su mesura y cordura, antas familiares, amigos, compañeros, vecinos y conocidos, en estos tiempos locos e irresponsables que vivimos.
   
    Se fue como vivió tranquilo, sin quejarse y de esa manera tan suya de hacer las cosas (en este caso la ultima). Dejando una familia a la que le era muy útil, mientras, aquí  quedamos otros sin perspectivas de ese tipo pero, los designios de Dios son inescrutables. Por todo ello amigo mío.

¡¡DESCANSA EN PAZ¡¡

Juán Vázquez Hernández