Lourdes Paredes Cuellas

Opinión -

No es que me esté dando a la bebida o a las drogas o que me haya hecho fraile cartujo, pero si he de ser sincero, uno anda desconectado de la realidad.

Cuando me refiero a la realidad estoy hablando de la que fabrican los medios, sobre todo la televisión. Puede parecer extraño, pero me ha llegado un momento en la vida en que he dejado de ver, de engullir, la avalancha de información de las grandes cadenas.

Se pueden preguntar ustedes por qué he tomado esta decisión, se lo cuento muy sencillamente: no tengo ganas de amargarme. Los informativos parece que estuvieran diseñados con el fin de amargarnos las vida con problemas que, o no nos afectan, o sobre los que individualmente poco podemos hacer. Claro, queda la vía colectiva, pero es un camino que, lamentablemente, pocas personas adoptan. Servidor forma parte de colectivos organizados, pero -siendo honesto- al final a nivel de barrio o localidad, no hace falta ver los telediarios para actuar en bien propio y del prójimo, los problemas te los encuentras nada más salir a la calle o conversando con tus allegados y amigos.

Así, como pueden ustedes ver, llegué a la conclusión de que me podía ahorrar una parte de los malos tragos diarios simplemente con no ver los informativos. ¿Qué nuevo me van a contar? ¿Qué hay corrupción? ¿Qué el paro baja pero no se nota? ¿Qué las cosas van muy mal en Venezuela que está a 5.000 Km de aquí? ¿La guerra en Siria y Trump apretando botoncitos rojos en un mal día? 

Ya ven, nada nuevo bajo el sol, el mundo sigue como siempre y los problemas son los mismos que de costumbre, luego ¿Para qué horrorizarme a diario si ya sé como está el patio?

Como habrán podido comprobar no estoy del todo desconectado de los grandes temas que las cadenas de los poderosos nos empeñan en hacernos tragar para nuestra desinformación y su lucro; así y todo,  la mierda -con perdón de la expresión- al final lo salpica a uno, pero saben lo que les digo, que mientras menos me salpique, mejor, no vivo superfeliz pero por lo menos no me amargo todos los días. Les aconsejo que hagan los mismo, la salud lo agradece.