Publicado el 16 de Mayo de 2017, Martes Lourdes Paredes Cuellas
Opinión - La primera vez que leí a este polaco fue en el Hospital, acaba de ser padre por primera vez. Y tal vez su pensamiento, en esta época de titulares, quepa todo en la expresión sociedad líquida. Construir un concepto nuevo y que tenga éxito tiene mucho que ver, en la posmodernidad, en la época de la posverdad, con acertar con las palabras y Bauman lo hizo. En la sociedad líquida nada permanece sólido, porque todo tiene las características de lo licuado. Pero no se trata de que todo cambie, esta concepción es tan antigua como el viejo Heráclito (S.VII a. C). Sino que las realidades que fundaban nuestra vida en sociedad, de pareja, en el trabajo o en el ocio, ya no son consistentes.
Y en ese mundo emergen triunfadores, personas ágiles, ligeras y volátiles como el comercio y las finanzas, un tipo de persona light. Comprador compulsivo, informado, pero cansado (ya no hace falta ir a los centros comerciales, ahora todo está abierto las 24 horas del día desde nuestro cómodo sofá); capaz de vivir sin complejos una ética sin dolor, esa que se compromete con el clic del teclado, pero que nunca con un vecino desahuciado. Un tipo de vuelta de todo, que sabe la diferencia entre ser y tener, pero decide tener, porque en el fondo nada importa demasiado. La personalidad, la autenticidad se alcanza fácilmente, lo sabe el internet de las cosas y el perfil de las redes sociales que conocen perfectamente mis gustos, mis amigos y mis deseos más íntimos. Acostumbrado a vivir largo tiempo ya en el ocaso de los valores y el compromiso social, filiar, familiar o laboral.
Es la buenavida. El pobre Bauman describía a la perfección la sociedad actual. Se comprueban sus palabras en la vida diaria, tomando un café, en los puestos de trabajo, en las retrasmisiones deportivas. Pero el pobre Bauman intentaba denunciar el peligro de este tipo de sociedad que ha creado la globalización, por ejemplo, cuando él habla de la indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Y aquí no estoy de acuerdo con él. Esa indiferencia individualista, esa indiferencia que ahora llamamos la buenavida-inevitable-yo-que-puedo-hacer, es precisamente la falta de conciencia de clase que el sistema capitalista ha hecho desaparecer del lenguaje que usamos en los bares, en el trabajo, en el campo de fútbol. Y por supuesto, de los partidos que se llaman de izquierda, sea lo que sea esta expresión hoy en día.
|
Opinión : Últimas noticias IDIOTAS LOS AGRICULTORES COMO EJEMPLO DE LÍDERES Y DE LOCOS |