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Cultura
Hoy es Lunes, 01 de Abril de 2024
POR J.J. CABALLERO
DESDE EL JERGÓN
Publicado el 18 de Mayo de 2015, Lunes

Lourdes Paredes Cuellas

Cultura -

Cuando me cuentan cuentas que no me creo ni me cuadran los cuadros de los cuentos que creen contarme, tiro por la calle de en medio y enarbolo la enseña de la irresponsabilidad. Y ustedes dirán que eso puede ser un acto incívico, pero no, aun en el caso de que lo fuera a nadie debería haberle importado un bledo. Curiosa palabra esta: bledo. No es una planta, ni un avión, ni un aperitivo de diseño, ni un ingeniero eslovaco ni el nombre de una aldea perdida en la montaña, sino una forma de hablar estentórea y pagana. Más palabras que nadie quiere leer. Como cadenas que solo unos pocos querrían arrastrar o líneas de puntos que el niño más torpe trataría de rodear en lugar de unir. Contradicciones de nuestro tiempo.

El marchamo de una mala conciencia viaja pegado con cinta aislante en la bodega del próximo vuelo privado. En su interior, equipajes sin dueño adormecidos por el vapor de cientos de países en llamas discuten sobre quién será el primero en perderse a su llegada al destino. Mientras cada cual recoge sus culpas de la cinta, en el otro punto cardinal alguien con sus mismas huellas dactilares indica a los pasajeros el punto de salida donde les esperará el traslado al sótano. Salgan con cuidado, por favor, y no estorben a la autoridad. Están iletrados aún, son los emisarios chuscos de una presciencia infinita e ignorada por el mundo. Sin rumbo ni dirección, tirados en medio de la calle, lanzados sin pérdida ni beneficio. Las bolsas tienen las asas enlazadas y agujeros en los lados para ser transportadas sin incomodidad alguna. Saben lo que quieren y quieren saber aún más. Viven en la más cruda de las primaveras y morirán en lo más granado del siguiente otoño. Estación de paso tras la que mueren las vías. En el camino ya hemos cambiado de locomotora varias veces y el barco sigue siendo de vapor. Las ruedas las ponemos nosotros, sin llantas ni cubiertas, y el volante solo gira hacia la izquierda. Pobres mancos de alma, sin corazón que les lata en la otra parte del pecho. Bombas de relojería.

Adivinen si la presciencia les ha sacado alguna vez del apuro elegido. A mí no, desde luego, y miren que lo he intentado. Aunque mi forma de ver las cosas distorsione a menudo la realidad y parezca vivir en una burbuja extemporánea, mi percepción no deja de ser borrosa. Y no me digan que es justo eso lo que todos buscan, el resolver su futuro de forma rápida y sin enmienda, uniendo las palmas de las manos para que se confundan el pasado y el presente en un río de vital importancia para el porvenir. Ríen las fauces de la bestia. Vestía de negro y recordaba todos los números. Numerosos salmos se elevaban al poder. Poderosos y atados de boca y labios. La vio y enfermó al instante. Instantáneas reveladas al revés. Revestiremos los recuerdos y los cascajos que nos restan harán el trabajo que no somos capaces de hacer. Cerdos en el matadero. Sinapsis de los mismos nervios.

Cuánta ufanía en ignorar todo lo que se ve. Se oye menos de lo que se escucha, y eso no es mala señal después de que nos adelante por el centro la melopea de anteanoche. Es nuestro refugio secreto y aquí nadie debe acudir al rescate. Déjennos hundirnos en nosotros mismos como hemos hecho desde que la vida es vida. No duden nunca de que la especie humana es esencial y antropológicamente detestable y que devora a sus hijos con la misma facilidad con la que los engendra. Engendros, eso somos, y en fantasmas nos convertiremos, aunque conozco ya a muchos con defectos de sábana y excesos de cobertura. A ciertas alturas no debería estar permitida la existencia. Únicamente  al acendrar los pensamientos y dejarlos secar al sol alcanzaríamos el karma y ese velero ensoñado en el que abandonarnos a placer, sin tomarnos el tiempo necesario. Bañándonos en la maravillosa sensación de esperar eternamente un rescate que no llegará, afortunadamente. Si las cosas que funcionan mal dan tantos beneficios, no es menester cambiarlas, solo hace falta darles el giro justo y como mucho una nueva capa de pintura. Volvemos a la inclusa a que nos acojan entre algodones y falso amor. Los équidos de vocación jamás merecimos del otro, del bueno y verdadero.

 

Canten estos alegres versos y váyanse a la cama: “Soy un trabucaire, un irresponsable, un alma perdida y sin remedio, y voy a quedarme de pie esperando que el viento cambie y que las iglesias cambien púlpitos por pálpitos y campanarios por funcionarios. El resultado será el mismo, pero ya nada será igual”.

 

Disco del mes: Jerry Lee Lewis – Rock & Roll Time

 

“Derrotados que al clarear el día buscan luz para poder dormir, esperando con la mente aturdida que la suerte les sonría al fin”

               ‘Almas perdidas’, Décima Víctima (Gasa, 1982)

 

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