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Cultura
Hoy es Lunes, 01 de Abril de 2024
POR J.J CABALLERO
Desde el Jergón
Publicado el 01 de Junio de 2020, Lunes

Lourdes Paredes Cuellas

Cultura -

Cantando como quien quiere alejar un mal que en realidad jamás le espantó. Caminando hacia los pozos para darse cuenta de que en el mismo pecado está la penitencia y que solo con eso no se puede saciar sed alguna. La lluvia del porvenir y las leyes de la entropía extrañas y enfermas que nos arrebatan una granítica resistencia a punto de desmoronarse. No lo conseguirán. Somos más fuertes, más arrechos, más vehementes que cien imanes juntos. Si somos capaces de ver tras el ojo de la cerradura y revertir las leyes que nos enclaustraron podremos salir despedidos hacia el centro del huracán. Males a contrarreloj. Sales a contracorriente. Dales a contramano. Que no lo vean venir y sepan que en cualquier momento la situación puede dar un vuelco fatal.

         El futuro ya está aquí. Reluciente como un amanecer a la vuelta del invierno. En las ventanas se pasea el pájaro frío que intentó entrar en el cuarto la noche anterior, entre las migajas que nos ofrecieron y que ahora olvidamos transmitir como herencia de la nada más absoluta. Somos entes conspicuos en nuestra propia grandilocuencia, hartos de cercenar los miembros y circundar los templos. Tiemblo de solo pensarlo. Pienso en solo lograrlo. Logro con mirarlo. Miro y no veo. Leo y no escucho. Toco y no oigo. El sinsentido de los sentidos sin sentimiento ni tiempo ni lugar. Es todo tan irracional y el camino parece tan expedito que no nos lo terminamos de creer, acostumbrados como estamos a tanta mentira sin contradicción ni respuesta. No son ellos, somos nosotros. No queremos barcos sino velas para velar por los bancos que quieren y remar a mar abierto y puertas abiertas a la oscuridad. Es su guerra, pero también la nuestra. No nos dejaremos engañar ni nos engañaremos dejando de ser quienes éramos antes.

         Avanzando por un pasillo hipóstilo que alberga las más profundas inquietudes, las nunca dichas ni siquiera pensadas. Apenas bocetadas en la mente obtusa de lo no requerido, pagan el tributo de lo indeseado, el escorbuto de los indeseables, el impoluto plan de los deseos. Si no los expresas se quedan ahí, aguardando el momento de volcarse en forma de verdad, esperando ser por fin redimidos de su propia condición de imposibles. Dejan de hablar. Cejan en exhalar. Vejan en esperar. Somos el acerico para sus agujas, ya cada vez menos afiladas, porque se les olvida que cuanto menos espacio nos dejen más cabezas pueden pensar a la vez y la falta de proximidad puede ser infinitamente más peligrosa. Debemos clamar por los estipendios robados y el oprobio de saberse fuera de toda duda. ¿A quién quieren engañar?, ¿a qué se quieren agarrar?, ¿cómo quieren acabar? Probablemente con todos y nada a la vez. La era del no ser y del puro estar nunca llega a su fin.

         Ya no somos partícipes de la batahola con la que intentamos despistarnos día sí y tarde también. Por la noche no hay más remedio que claudicar, es la hora de asistir a otro concierto de almas en pena agrupadas en torno a un mamotreto incompleto ante el que rezar sin tener conocimiento de la oración sanadora. Sensación viene de sentir. Tentación viene de mentir. Redención viene de compartir. Acciones y contracciones que ya no conducen a un hecho conocido ni son dignas de los esfuerzos de ayer. Todo es eviterno, como se puede comprobar por los besos que tampoco se han podido convertir abrazos, o en los brazos que nunca llegaron a ser versos. En el reverso está aquello que no nos atrevimos a decir, las palabras que nos señalan como los hijos a los que hay que mantener lejos de la evidencia. Las cuestiones son otra fortaleza y lo cotidiano ya no es real. O eso al menos pareciera. Nada que no siga rodando como una rueda de la fortuna infernal e imparable ante la perplejidad y el brío de nuestros anhelos. Solo en el conticinio que sucede al fin de los designios marcados y en el momento de frutecer seremos libres como lo que siempre debimos ser.

         La concupiscencia debería ser tenida en cuenta como ciencia. No para hacerla tendencia sino para transformarla en disidencia. Un acto de contrición como otro cualquiera ante el encastillamiento sistemático de muchos y muchas a los que jamás debimos poner la otra mejilla. Ahora es cuando no somos nosotros. Son ellos. Y no son más ni mejores.

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