Lourdes Paredes Cuellas

Opinión -

Poveda nació en Barcelona hace casi 43 años. Es hijo adoptivo de Sevilla. Tiene una calle con su nombre en La Unión (Murcia) porque con 20 años cantó como ninguno La Soleá, La Cartagenera y La Malagueña y le concedieron la Lámpara Minera. El sábado 26 de septiembre visitó Pozoblanco e inundo de arte con su cante y su baile desenfadado toda la comarca de Los Pedroches y alrededores (yo me desplacé desde Peñarroya-Pueblonuevo). Pero me sorprendió también cuando hizo uso de la palabra mostrando su compromiso como ciudadano: libre, sencillo, sincero y hondo como el saber popular que le nutre el alma y la garganta.

No quiero mezclar las cosas, ni quiero mezclarlo a él como artista y como persona en esta columna. Pero no dejo de pensar en el problema que tiene España con Cataluña. Y más cuando el día después está en manos de unos políticos sin alturas de miras. En esas semanas o meses tendremos la oportunidad de comprobar si existe plan B para el torrente de dificultades al que nos enfrentamos todos los ciudadanos, españoles, catalanes. Pero mi desconfianza y escepticismo al respecto compite con mi miedo ante los que tienen que resolver el entuerto.

Vuelvo a Poveda, y me quito el sombrero ante el regalo que nos brindó en el magnífico teatro que es EL SILO (¡qué envidia sana de las instalaciones, los programas y la asistencia a los eventos que se organizan desde allí!). En un arrebato emocionado, alguien le gritó al maestro: "¡Tú eres andaluz!", cuando recordó su lugar de nacimiento. No sé si lo escuchó o hizo oídos sordos, pero al ignorar el comentario bienintencionado, nos brindó otro requiebro silencioso. Poveda es catalán o andaluz o murciano, es decir, como el flamenco, él es universal. Como los catalanes, como los andaluces, como los murcianos, como el arte. Ojalá los políticos de turno hubieran estado en Pozoblanco para entenderlo, para sentirlo.