Publicado el 15 de Abril de 2023, Sábado J.J. Caballero
Cultura -
La comodidad es un ente cambiante y que no siempre se
encuentra a gusto como el sentimiento que la hace existir. A veces es la
soledad buscada, rebuscada y ofuscada como una lombriz en el desagüe la que la
justifica y la hace existir sin remedio ni remedo alguno. La gorgorotada en la
que la engullimos otras veces parece remota, ni de lejos parecida a ninguna
otra sensación de bienestar que nos ronde el cerebro y el alma. A golpes de
realidad se aproxima al pozo de los deseos inacabados. A trotes de irrealidad
se arrima al poso de los sueños inapropiados. Y así en un bucle eterno en el
que bebemos los vientos por gente y cosas que en realidad nunca nos
interesaron. Parece que al final, solo una canción perdida bajo la almohada,
que andaba dormitando detrás del sofá bajo motas y notas de polvo, puede
rescatarnos del mundo paralelo en el que solo creemos cuando nos interesa.
Solo
esperamos frutecer y que las nuevas semillas caigan sobre nosotros y recaigan
sobre los otros, como si la culpa fuese compartida en una condena eterna sobre
quién o qué fueron la causa real de las desdichas. Al trote de un invierno
marchito, al galope de un otoño contrito y al rebrote de una primavera cuya
amistad se traiciona en lluvia escasa y siempre ausente. No quieran ver lo que
no hay en todos los discursos vacíos que suplen con riadas de palabras las
frases que no supieron completar nunca. ¿Somos amantes u odiantes? ¿Sonreímos
al sol o huimos de la luna? ¿Seremos los elegidos para terminar una generación
perdida desde su nacimiento o estaremos precavidos para comenzar una
regeneración mordida por su atrevimiento? Probablemente ni una cosa ni otra. Ni
mentir para olvidar ni recordar para pervertir. Revertir lo pensado para no
convertirse en lo prensado. Un producto más que consumir, estrujar, tirar y
confinar a la voracidad del tiempo. Perdemos todos, y seguramente nos lo
merezcamos.
El
concepto de ipseidad no es solo filosófico, sino también ético. Lo correcto es
actuar únicamente en calidad de uno mismo, sin tener en cuenta el recuento de
bajas ni la cantidad de póliza consumida; del seguro ya se ocuparán en su
momento, aumentando o rebajando las penas por asumir y resumir las
consecuencias. Ahora andamos concentrados en otras cosas, puede que igual de
importantes. Por ejemplo, los fucilazos que se atisban desde algunas ventanas,
en contraste con la claridad reinante en otros alféizares. Es así la vida vista
desde más abajo, un brillo continuo de desgastes infinitos. La verdad es que
cuando algunas mañanas te brindan la oportunidad de no hablar con nadie ni
dirigir tus dardos más que contra ti mismo, la locura acecha y los ojos se
revuelcan en las órbitas de quienes tienen la osadía de cruzarse en tu camino.
Este no es mi lugar, pero a lo mejor sí el nuestro. Aquí tampoco soy feliz,
pero seguro que ellos sí. Todo es cuestión de relatividad, y de lo que haya
detrás de todo esto. No nos fiemos de la tormenta resplandeciente, en el fondo
de su vientre aloja al monstruo del día siguiente, lleno de luz tenue y
nubosidad variable. En el corazón las venas pujan por ganarle la batalla a las
arterias en un toma y daca tóxico en el exterior del cuerpo. Ya no somos
invencibles, ni increíbles, ni capaces de amar en condiciones óptimas, y
tampoco incapaces de reconocerlo. Tocaremos el cielo por debajo del horizonte,
que es como no tocar nada.
Aún
percibimos cosas lujuriantes en derredor, todas en el acmé de su existencia,
pero cada vez son más pequeñas y pasan más desapercibidas. Hacemos lecturas
erróneas y olemos texturas equivocadas. Mañana nos tatuaremos el símbolo de la
derrota para que cada uno se valga por sí mismo en próximas batallas. La ley
del menos fuerte. La regla del más valiente. La fisura abierta en plena frente.
La recitación de la desaprobación y el barbián prohombre en pleno pavoneo
redirigiendo la operación. Debemos contextuarlos, de lo contrario no podremos
volver a espigar entre las flores escondidas en los libros.
Aquí
permanecemos, visajeros y superficiales, almuerzo frugal de un poder
desmenuzado y despiadado para hacernos parecer aún más diminutos. Solo tengo
clara una cosa después de sacarme el tapón de los pies y las uñas sucias de los
tímpanos: Volveremos, no importa cuándo ni cómo ni dónde. Y será todo distinto
para que todo siga igual.
Disco del mes: Vero – Unsoothing interior
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Noticia redactada por : J.J. Caballero
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