Publicado el 14 de Agosto de 2023, Lunes J.J. Caballero
Cultura -
Visto lo visto y pensado lo sentido, falta escuchar lo
innombrable y admirar lo acendrado. Tal vez no exista, ante la duda un sueño es
siempre la mejor opción para pasar una perfecta noche de insomnio y parabienes
ante lo que vendrá. Aunque el resultado final no es sinónimo de justicia, serán
precisamente los justos de corazón los que juzguen a los tiranos de pulmón
gastado y calzón quitado. Gastan palabras en descripciones ladinas, mintiendo a
diestro y siniestro sin preocuparse por conservar un ápice de dignidad. Nada
más llegar, tomen dos tazas de paciencia, y al salir, cierren la puerta sin
mucha ciencia. Demasiadas pestañas por entreabrir antes de que cante el gallo,
y cuando lo haga habrá no pocos cantos de cisne dispuestos a hacerle la
competencia.
El guarismo marca la diferencia entre el antes y el durante.
El después vendrá a continuación del cuándo y el por dónde se colará entre el
quién y el cómo. Son meras causalidades, esquejes del rencor producido por
semillas cultivadas siglo a siglo. No es necesario ser demasiado inteligente ni
tener mucha compasión por la vida dejada atrás, por no hablar de que al vino y
al pan se le sumaron demasiados peces. Panes y penas. Polos y palas. Pesebres y
percebes. Paradas y patadas. Puentes y puestos. Puestos a hacer puentes, que
sean de plata y que unan aguas estancadas para hacer acopio de piedras pulidas,
y al menos que estas sirvan para arrojarlas al pozo sin fondo que desfonde el
poso de nuestro arrojo. Hace tanto tiempo que no tenemos noticias de él que ya hasta
cualquier signo de animosidad nos parece un intento por cambiar el sistema.
Criaturas nacidas de la más pura ingenuidad.
Confinados en la calígine de los días nuevos y conminados a
la luz de las semanas por venir, sentimos huellas que suenan y olores que
amenazan bajo el colchón que se niega a darnos descanso. Oyendo a los corifeos
que siguen presupuestos caducos y homilías trasnochadas podemos adivinar la
verdad a través de las rendijas del citado sueño. El de los injustos, el que se
duerme sin cerrar los ojos y el que nos acerca al abismo al despertar. El
carácter espurio de las creaciones consiste en aprovechar al máximo los
recursos más limitados en cualquier circunstancia. Una pizca de anarquía, otro
poco de animadversión, tres cuartos de clarividencia y un gramo remoto de
maledicencia darán con la receta adecuada para triunfar en un show de realidad
gratuita y televisada. Partir peras y parar partidas. Desesperar en el intento
de detener un alud de información tergiversada. Triunfar enfangándose en el
propio fracaso. Aforar los decesos necesarios para campar a sus anchas. La
inherencia de los datos es la herencia de los dados. Se lanzan al aire,
aterrizan en el suelo y muestran los dientes marcados por la caries del tiempo
perdido. Son cosas que pasan pero que no podrían pasar.
Es ese ludibrio, el afán por desquitarse en la risa sobre
otros, lo que nos confirma en la especie. Los atalayamos sin acertar a esquivar
sus dardos. Nos envenenan de azules y nos aturden de rojos. Reverdecen el gris
de las esquinas en un marrón mohíno, desvaído de matices y no apto para
fotografías del recuerdo. Cuanto más prístino es éste, menos interesante es la
vista. Es el resultado de un progreso temido por unos y malversado por otros,
los bisoños en el arte de embaucar en masa y de engatusar en casa. Los dedos
engarabitados y las mentes agarrotadas, para hacer las firmas menos probables
de ser contrastadas. Entre las articulaciones se entreteje la memoria y se
entretiene la retórica capaz de controlarlo todo y a todos. Todas las veces que
vivimos esto antes se repetía el mismo final, sin solución de continuidad ni
asolación de discontinuidad. Como en una conurbación imposible de unificar
desde cualquier perspectiva, los puntos a unir son los mismos lápices que deben
hilarlos. El caos se apodera de la razón. Lo que nos faltaba por saber.
Una sustancia deletérea que acabe con el poder fáctico, las
organizaciones supranacionales y los discursos oficiales. La antinomia como
antonimia sanadora y reciclable. En las antípodas del saber y las
circunvalaciones del estar, ser tal y como queríamos ser empieza a ser el deber
principal.
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Noticia redactada por : J.J. Caballero
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