Publicado el 17 de Diciembre de 2023, Domingo J.J. Caballero
Peñarroya-Pueblonuevo - Cultura -
En otros términos y latitudes diríase que es
tuanis, o en todo caso está, algo que ya no puede ser ni parecer. Al parecer,
el perecer y parecerse a cosas que no existen se describe como inaprensible al
tacto e invisible al ojo humano. Denominaciones y extrañezas aparte, debemos
acordarnos que lo que se olvida muy pocas veces tiene fin. Es la sorprendente y
remanente rueda de la fortuna, que nos desoye y resopla en el soplo al corazón
que ya no roe ni adecenta la pared de la esquina. Aún no es tarde y la dicha no
es buena, y algún día después de rezar iré a despedir a despedir a la última
incertidumbre, o a acompañarla a la puerta. La nieve impedirá el paso a otras
señales de humo enviadas desde lugares campos blancos donde viven mujeres que
aún creen en el fruto de la tierra. Contra todo y contra todos, contrariando
todo absolutismo y desbancando cualquier resquicio de diferencia, las hojas
cencidas de lluvia se erigirán como el único y verdadero destino. Allá donde no
haya persona a la que perdonar ni perdón que despersonalizar se intuye la pena
que condenará al misterio y a la vida eterna que nos hemos inventado para poder
seguir controlando la pequeña parcela de planeta que se nos otorgó. Sin que aún
sepamos muy bien por qué, agradecemos los alimentos y la fuente de la que manan
a entes no palpables, palpados sólo por la punta de las pestañas en sueños sin
dueño ni propiedad conocida. La inmundicia de la inmediatez. La ridiculez de la
codicia. La insensatez de la presbicia. La minucia de la sensatez. Hay tanto
por delante y tan pocos por detrás que no sabemos si moriremos de ergotismo o
de egoísmo. Pura contradicción del consumismo, mera consumición con su mismo
recto proceder.
¿Venusto o vetusto? La lozanía o la letanía. He
ahí la elección y hete allí la erosión. Con los años, las heridas antiguas
cierran otras por abrirse. El primer pestañeo ha sido secundado por el último
tiroteo. Las castañuelas que suenan tras la ventana adolecen del ruido
necesario para llegar a tiempo a la fiesta. Empezamos a sentir el agobio y la
tristeza del esplín de la tarde, nada más que por la amenaza de los errores
pasados. Dos acordes y el remedio llega. Tres recortes y el remedo riega. Los
recuerdos borran la historia, aunque eso no es más que un tema personal. Sudor
y aguardiente. Rencor y mordiente. Corrientes de agua que no atinan ni a
mojarnos los zapatos. Será por eso que injuriamos nombres que no conocemos en
nombre de santos que tampoco fueron misericordes. Los ayes de quienes ya no
están son sólo el eco de los emitidos ayer. La oscitancia no impide la
ignorancia, no lo olviden. Si sumar es aprender a restar, multiplicar es lo
contrario a dividir. Se contraponen las frases y los significados en medio de
tanto ruido vacío y de banderas sin asta hasta que caigan por su propio peso.
El paso de las pisadas al raso de las risotadas. A mitad de barranco las
navajas vuelan por los cielos por un destello mal interpretado, y allí es donde
se solucionan los desconsuelos cantados a los cuatro vientos. Una prueba más,
si es que hacía falta alguna, de que las caricias blancas y la música
estremecedora nos salvarán de todo. Volver a ver. Ser para crear. Creer para
mostrar. Postrarse para permanecer. Sigamos jugando sin números ni letras.
Las consecuencias, claro, son las yacturas que
pasarán factura la semana que viene. Quizás antes, en cuatro o cinco días la
adición de adicciones será la constatación de las aflicciones. Nunca supimos
manejar el tiempo en la dirección ni el lugar adecuado, intentando como estamos
siempre continuar en las trincheras, de las que nunca debimos salir con los
zapatos leucofeos y la sangre emborronada. Manumisos por fin, esperanzados en
la desesperanza de los profetas evangélicos, caminamos por la flébil senda
redimiendo unos supuestos pecados que nos pasarán por delante sin pena ni
gloria ni afán de perdón. Si avanzamos es que descabalgamos la mirada. Si
retrocedemos es porque antecedemos la tirada. Los turnos están para dejar de
respetarlos.
En las vistas ojizarcas de los donairosos que
cuentan con todos los privilegios reside la semilla del mal menor. Al mar mayor
y al pormenor de los sinsabores cotidianos nos iremos de vacaciones
próximamente, si el presupuesto se da por supuesto y el remanente abunda en el
residente. Nada que tenga que entenderse si no es con un lenguaje inventado de
por medio. El signo de los tiempos. El significado de los medios.
Disco del mes: motifs – remember a stranger
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Noticia redactada por : J.J. Caballero
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