Lourdes Paredes Cuellas

Opinión -

Hace una semana o cosa así, iba éste que les escribe buzoneando gratuitamente para la formación política en la que milita. El lugar, pueblecito de casas bajas, se presta a que a veces al repartir la propaganda te topes con algún vecino haciendo cualquier faena a la puerta de su casa. En este caso fue una vecina, de sesenta y muchos años que, tras el buenos días, entabló conversación con un servidor. Lo que me contó, con no poca angustia y no menor desesperación, era la situación que en su familia se vivía, que no era otra que hijos en paro y sin ningún recurso, nietos pasando necesidad y una pensión de risa para mantener a muchos. En fin, que en cuanto tuvo un "político" a mano se desahogó, con la esperanza, tal vez, de que por la cadena de mando de las organizaciones políticas su queja llegase a alguna parte o eso o que la mujer necesitaba desahogarse anímicamente ante semejante panorama (no mucho mejor que el mío dicho sea de paso) y no se lo reprocho, tal vez haya sido la vez que en política me haya sentido más útil.

¿Por qué les cuento esto? Por que me da la impresión de que van a ser cuatro años más oyendo historias parecidas. El sistema no es tonto, al contrario, sabe manipular el descontento muy bien. Hace algo más de año y medio, la formación política que tradicionalmente se ha opuesto al sistema, IU, iba subiendo en intención de voto, rondaba ya casi el 15%, un empujón más y podría romper el equilibrio de fuerzas del bipartito. Pero de buenas a primeras, surge una nueva formación que parece aprovechar el nicho de descontento social existente, Podemos. Esta formación irrumpe con fuerza con un discurso muy cercano al de IU y le arrebata buena parte de los votos, lo que provocó una serie de crisis internas que casi acaban con dicha coalición. El panorama siguió así  gracias al brutal y formidable apoyo de las cadenas de televisión privadas que crearon una figura carismática, un líder de los machacados de este país un tal, Pablo Iglesias Turrión. Conforme ha ido pasando el tiempo, conforme se han ido sucediendo nuevas convocatorias electorales, parece que Podemos ha ido perdiendo fuerza, la desilusión del electorado tras creer que el cambio iba a ser rápido y evidente es palpable. Pero no sólo eso, si no que da la impresión de que haya un plan premeditado en todo este asunto. Primero, Podemos deja fuera de combate a los comunistas (contando con una máquina de propaganda prestada por el capital), después, Podemos comienza a venirse a menos, hasta que, justo antes de las generales, aparece una tercera fuerza que parece que va a ser la bisagra en el parlamento, Ciudadanos, la derecha renovada, con apoyos mediáticos y posiblemente bien financiada por el  por el capital para que les saque las castañas del fuego, porque si no es difícil de comprender que una fuerza política nacida en Cataluña como reacción al nacionalismo/independentismo, haya tenido el auge a nivel nacional que ha tenido. Parece como si Ciudadanos hubiera sido fabricado, creado, con el único fin  de que todo siga igual: tanto si pacta con el PP como con el PSOE las políticas serán las mismas.

Mientras, la oposición al sistema IU y Podemos, hace lo que puede. IU promueve Ahora en Común como fuerza de convergencia popular, trata al mismo tiempo de que Podemos se sume a la iniciativa, pero, por motivos que no quiero imaginar, el líder carismático podemita es incapaz de mostrar un mínimo de sentido común y conseguir la unidad popular con otras fuerzas en pie de igualdad. Exacto, pie de igualdad, porque da la impresión de que o es Él el que tiene que estar al frente de un proyecto o si no el proyecto no le gusta o sea, que o mando yo o no hay nada que hacer. Me hubiera gustado que el diputado de la Eurocámara, Pablo Iglesias Turrión, hubiera estado conmigo el día que aquella buena mujer me contó lo mal que lo estaba pasando, me hubiera gustado que hubiese bajado al mundo de los pobres y simples mortales para que se dé cuenta de cual es la situación de sufrimiento y desesperación por la que pasan tantos y tantas, personas que, ahora más que nunca, necesitan que las cosas cambien a mejor en este país. Pero no van a cambiar, el ego de un hombre y lo que ese hombre llama "la casta" lo van a impedir. ¿Merecen la pena cuatro años más de sufrimientos por una cuestión de saber quien manda? Yo creo que no, pero hay un señor con tres carreras y que vive de la política que parece que opina lo contrario. Nadie escarmienta en cabeza ajena, ni aunque esa cabeza tenga doctorados y másteres, todos estamos, al fin y al cabo, hechos del mismo barro, al tiempo, ya veremos si me equivoco o no en esto de los cuatro años perdidos.