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EL DIVÁN 100 DÍAS |
Publicado el 02 de Junio de 2023, Viernes Sergio Delgado Cintas
Peñarroya-Pueblonuevo - Opinión -
Elisa llevaba una vida de cierto modo entre tremebunda y cielos grises. Atrapada en la melancolía de volver a sonar de nuevo el despertador y llevar de nuevo algo de sustento para mantener a sus tres hijos y de nada le sirve vivir rozando la indulgencia. Buscaba todo tipo de relaciones laborales e incluso los más precarios, todo por llevar una rutina de vida de lo más sencilla. Pidiendo clemencia a su ex marido para que le pasase algo por los hijos, pero él a cambio no se daba de alta en ningún trabajo para no darle nada a su ex mujer. Elisa no paraba de sangrarle la herida, necesitaba esos cien días de acomodo para ver cómo se desenvolvía en un nuevo trabajo, esos cíen días donde poder ampliar contrato, aunque sea de lo más precario y en desuso, sólo con llegar al piso y darles una vida mejor a sus tres hijos con eso se conformaba Elisa. Lo peor que llevaba era darles cada quince días a su ex marido a los tres hijos, para que se fuesen con él.
Aquella tarde lluviosa y que empañaba el cristal de un día de invierno, un martes catorce de enero sonó el teléfono móvil de Elisa, lo cogió enseguida y su cara cambió de momento, la llamaban para entrar a trabajar de recepcionista en un geriátrico y su corazón esa tarde volvió a latir de otra forma. Le acompañaba cada día su padre que se quedaba con sus tres hijos que se encargaba de llevarlos al colegio y como la que no quería la cosa la sonrisilla que se le dibujaba en su cara lo decían todo. Elisa se hizo enseguida con todas las personas que formaban esa gran familia que era el geriátrico y los usuarios pronto le devolvieron la confianza que desde el primer día le transmitía Elisa. Pasados eso cien días de rigor le ampliaron el contrato y al cabo del año la hicieron indefinida, vieron en Elisa a aquella persona que peleaba por buscar un sitio laboral en el mundo, donde de la necesidad se hizo virtud y sacó adelante a sus tres niños que hoy gozan de un buen porvenir gracias al tesón de su madre y llenó su vida de nuevos amores y rehízo su vida con un psicólogo que trabajaba en el geriátrico y lo que nunca supo Elisa que la vida está llenas de nuevas perspectivas y de idas y venidas y que no por mucho que Dios nos apriete pero no nos ahoga y que siempre, siempre hay una puerta abierta hacia nuevas metas y objetivos y que siempre Elisa tuvo un objetivo claro: El futuro de sus hijos.
Ahí nace esta historia que como muchas mujeres en muchos casos se ven solas para buscar un buen futuro a sus hijos y que siempre le tienen que dar una oportunidad en la vida, porque solo ellas son las que mueven la vida y traen savia nueva. Las mujeres es el principio y el fin de todo, sin ellas esto no sería vida y que lo que tiene que hacer el hombre es no destruir lo que Dios creó a su imagen y semejanza y por último decir que esos cien días lo tuvieran todo aquella o aquel que le quiere demostrar al mundo que sí vale. Elisa ya lo ha demostrado, ¿Y tú?. ¿Estás dispuesto a demostrarlo?.
Post- data: “Dadme cien días y te demostraré todo lo que sé y te pueda ofrecer”.
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Noticia redactada por : Sergio Delgado Cintas
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