Carlos Ramirez

Opinión -

Las reglas del mercado son claras y concisas, hay una oferta y una demanda, con sus acuerdos implícitos, los cuales se rigen por la buena fe y la voluntad de las partes para ser fiel a lo acordado y regido por las buenas prácticas; por lo que cuando se pierde algunos de esos conceptos se prostituye el fin último de la negociación, ya que unos ganan y otros pierden.

Estos tiempos convulsos que vivimos, nos ha traído que hay intereses ocultos en todos los estamentos, pero cuando esta en juego el Estado, estamos hablando de palabras mayores. En los últimos días, estamos viendo como claudica el Presidente Sánchez sobre el Sahara, y el uso de ciertos ríos revueltos, para tener réditos políticos ( podemos recordar los proyectos de ley durante la pandemia etc), mientras el mundo esta sumida en una guerra y nuestro país en una crisis más que galopante, con nocturnidad el Presidente ejerce su poder influido por las cloacas del Estado, para ceder si negociar ningún tipo de acuerdo con todas las partes intervinientes y haciendo del poder una arma de negocio negro frente al Estado.

 Cuando la diplomacia debe ser un elemento estabilizador y pilar fundamental; se configura como encuentros de maleantes en las calles de Rabat. Nos encontramos con precios desorbitados de carburantes y lo que conlleva una larga cascada de consecuencias lesivas contra nuestra sociedad, y no tan sólo afecta a algunos sino a toda la población, dejándose a un lado el bien común por créditos electorales para los próximos años, detalle que el votante debe recordar para volver a prestar el apoyo a algunos.

Nuestro país más que nunca necesita política no de aplauso, que los que se vilipendia hoy se les aplaudía en el pasado, las mismas personas que te dan necesitan recibir, los mismo que te dieron su apoyo deben ser protegidos y defendidos en estos momentos, no debemos olvidar que los que hoy te encumbran mañana será tu Bruto, y parafraseando la frase de Julio César: “et tu, Brute?”, sólo cabe decir que no castigues al que te lleva a lo más alto que será el que te ponga la zancadilla en el futuro.