Publicado el 15 de Septiembre de 2015, Martes Lourdes Paredes Cuellas
Opinión - Cada año, la vida comienza en septiembre, No solo para los docentes y las familias. El verano en estos lares, inclemente, luminoso, pleno de espuma y sal cala desde generaciones en nuestra idiosincrasia, que es nuestra piel interior, y nos deja en un éxtasis mundano. Y así, como cualquier estado de conocimiento radical, la vida se nos abre de nuevo, una vez agotada la pulpa del calor, que es la sandía y el melón de las estaciones, no queda más remedio que afrontar el nuevo año, el nuevo curso.
Pero este año, los políticos nacionales se han empeñado en no darnos treguas y han interrumpido con sus monsergas la placidez de las eternas siestas. En muchos casos, no dejaban que el sonido de la chicharra modularan nuestro descanso e interrumpían con su estruendo el reposo que necesita un buen gazpacho. Porque viene la historia de España empujando fuerte por el lado catalán, no sabemos qué hacer con la bendita Constitución, obsoleta, anquilosada en una época de la que no sabe uno ya que pensar: antes ejemplar, ahora con muchas dudas. Y lo malo es que sospecho, y es algo generalizado, que en el ruedo político, los que van a tomar decisiones están sordos y no saben leer los acontecimientos que se precipitan ( Si han hablado con un catalán, por ejemplo, en un chiringuito, parece un español más con bañador y michelines, pero se sorprenderán del maltrato que sienten por parte del estado español, no digo que tenga razón, hablo del sentimiento de eso otro, manipulado, igual que usted y que yo).
Un curso nuevo comienza en septiembre, en este primer trimestre no se resolverá nada, pero sabemos los mimbres con los que abordaremos 2016. Esperemos no equivocarnos y no caer en vicios antiguos y votos equivocados o el otoño será más triste de lo habitual.
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