Publicado el 16 de Septiembre de 2020, Miércoles Lourdes Paredes Cuellas
Opinión - No me estoy refiriendo al curso político, me refiero al académico, algo más de andar por casa, por así decirlo. Varios millones de escolares y universitarios afrontan la vuelta a las aulas.
En el momento de escribir este artículo, 22 de agosto, hay numerosas incógnitas de cara a la vuelta al cole. La Administración central, en vista de que cada una de las regiones está planificando por su cuenta la vuelta a la enseñanza presencial, ha decidido tratar el asunto en la conferencia de presidentes del día 27. A mi juicio tarde, muy tarde, teniendo en cuenta que hay regiones donde en Primaria se vuelve en la primera semana de septiembre.
¿Qué se ha hecho mientras tanto? Aquí en Andalucía la Consejería ha demostrado escaso dinamismo, recordemos que la Educación es una competencia transferida. El panorama, por lo que me comentan desde otras regiones no es mucho mejor. Da la impresión, y digo impresión porque afirmar sería arriesgado, de que se han dormido en los laureles. Las medidas implementadas son a todas luces insuficientes y parece que ahora va a tocar improvisar, porque en un principio en Andalucía, a partir de un decálogo de instrucciones y varias circulares, se encomendó a los centros -sí a los centros- organizar las medidas de la nueva "normalidad". Han sido las direcciones y los consejos escolares (integrados también por padres, madres y alumnado) los que han tenido que afrontar como han podido la situación hasta la fecha. Un centro carece de medios y presupuesto para semejante tarea. En suma, la Administración ha dejado más bien a su suerte a los que van a estar en primera línea (alumnado, familias y docentes), como ocurrió en marzo, si bien van a eximir de responsabilidades -en caso de que haya un brote- a los equipos directivos, que los responsabilizaran hubiera sido ya el colmo (no conozco a ningún profesional de la salud especialista en virología o epidemiología que dirija un centro escolar). Esta es la situación por el momento, a 22 de agosto.
¿Pueden cambiar las cosas? Evidentemente. Lo deseable sería un retraso en el inicio del curso de al menos tres semanas, que diera tiempo, aunque fuera deprisa y corriendo, a habilitar los centros como es debido y nuevos espacios fuera de ellos si fuese necesario, a ampliar las plantillas docentes para bajar la proporción de alumnado por clase (a fin de poder mantener las distancias de seguridad requeridas), a que se pudiera adquirir el material de protección adecuado a nivel individual (por ahora se lo van a tener que costear las familias y ya veremos si los docentes) y a inyectar como mínimo unos 12.000 millones en el sistema público educativo (por ahora el Estado sólo ha puesto 2.000, a todas luces insuficiente) que es el presupuesto anual medio de un Ministerio con competencias a nivel estatal, porque sin duplicación de medios es casi imposible garantizar la vuelta presencial con medidas adecuadas tanto de seguridad sanitaria como de calidad educativa. Y se sabe que el sistema semipresencial y/o telemático no funciona (a nivel educativo y a nivel emocional), especialmente en Primaria y ESO.
Si no se actúa con medios y presteza, prefiero no aventurar las consecuencias sanitarias y educativas. En fin, ya veremos qué es lo que hacen las mentes pensantes, sólo espero que sea más y mejor que lo que han hecho hasta ahora.
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