Lourdes Paredes Cuellas

Opinión -

Vemos en clase de Psicología la magnífica película de Adolfo Aristarain. Federico Luppi hace de un profesor universitario que tiene que jubilarse antes de tiempo y afrontar con su mujer (la espléndida Mercedes Sampiedro), asistente social en un barrio marginal de Buenos Aires, la nueva situación económica y vital durante una de las crisis que asoló Argentina. La película es una ficción. Pero basado en los hechos reales y desastrosos que el FMI y el Banco Mundial puso de moda entre caceroladas y corralitos. Parece del siglo pasado la historia. Es casi la historia de nuestro país. El diario de la crisis no se termina, más bien se acrecienta: Los 20 españoles más ricos tienen tanto dinero como el 30% más pobre, denuncia Oxfam. De Ghana a Alemania; de Sudáfrica a España: la desigualdad económica ha alcanzado niveles extremos y la brecha entre personas ricas y pobres es cada vez mayor.

Lugares comunes. El uso de los tópicos al servicio del pensamiento único. Tópico: Los catalanes solo quieren dinero. Tópico: La estabilidad es imposible con tantos partidos y posiciones. Tópico: si la macroeconomía va bien, ya irá arreglándose la economía familiar, la del ciudadano de a pie. "Cuantas palabras para un mismo desconcierto", dice el profesor de Letras Fernando.

La película sirve para comprender las enseñanzas del dolor. Lucifer, lux, la misma raíz. La lucidez es dolor. El dolor de comprender que la vida se va al carajo, mientras la mayoría siga estando ciega e indolora