Publicado el 18 de Noviembre de 2019, Lunes Lourdes Paredes Cuellas
Opinión - Recuerdo haber leído de adolescente un libro sobre la guerra civil que recogía testimonios de combatientes de ambos bandos. Uno de esos testimonios me resulta tristemente similar a una sensación, subjetiva tal vez, que me ronda por la mente estos últimos días. Contaba el combatiente que estaba él haciendo su servicio militar, que en la prensa y la radio se oían a diario noticias sobre quema de iglesias, asesinatos políticos (por parte de la extrema derecha y la extrema izquierda), ocupaciones de fincas… En fin, los medios creaban una sensación aparentemente confusa y de caos, pero al mismo tiempo, aquel hombre afirmaba que en realidad en el día a día la gente seguía como siempre: intentando buscarse la vida como podía y viviendo sus mundanas existencias lo mejor que su situación les permitía.
Años después, se ha comprobado que los acontecimientos prebélicos respondían más a la imagen que tenía aquel ex combatiente que a la que políticos e historiadores de ambos bandos han sostenido durante años, es decir, situación insostenible en la que -según unos- había que "poner orden ante el peligro revolucionario" y -según otros- había que terminar con injusticias largamente ancladas en la sociedad española de manera inmediata y que cuando se intentó aquello fue abortado por la reacción.
Posiblemente, también por testimonios orales que he podido recoger, ante la indiferencia de la mayoría de la población, una minoría estaba polarizada en dos facciones: unos querían reformas largamente aplazas, que seguían casi en coma por culpa de la crisis de 1929 y las querían para anteayer, mientras otros se estaban imaginando una revolución sangrienta que -después de los sucesos de Asturias en el 34- no estaba en las mentes de sus adversarios porque sabían que no podían llevarla a cabo por esos medios. Así y todo los medios de comunicación de la época (auspiciados por los poderes fácticos del momento) y los partidos más radicales inflaron tanto la situación que consiguieron crear un pretexto para la conspiración de Mola que acabó en golpe de estado fallido y guerra civil.
Hoy, esto lo escribo en octubre, la crispación la están inflando un grupo de aventureros independentistas, más los medios de masas en manos de los ricos del país (más fondos buitre de turbias intenciones) y la están aprovechando las formaciones a la derecha o más claramente, las de extrema derecha, con un discurso de línea dura en muchos temas. Es decir han encontrado un filón en los sucesos de Cataluña, lo cual, no se sabe todavía aunque, las encuesta apuntan a ello, que va a tener consecuencias importantes en la configuración del nuevo parlamento.
Pero he aquí que creo que dos sucesos paralelos que se han desarrollado de manera distinta tienen el mismo trasfondo: el deterioro general de las condiciones de vida y trabajo en toda España de doce años a esta parte. Estamos en el terrible resacón de la gran recesión y de las infames políticas de austeridad que no han salvado a nadie a menos que tengan de 20 millones para arriba en el banco. Los pensionistas fueron a Madrid a solicitar algo tan noble como mantener un mínimo de rentas garantizadas después de haberse tirado toda un vida cotizando como simples asalariados. Si uno de los pilares del estado del bienestar se tambalea, es porque el sistema no funciona como debería, en absoluto. Por el contrario, Cataluña, una región que antes de la recesión había conocido casi el pleno empleo, donde el nivel de renta es más alto que la media del país, donde ha habido por tradición un núcleo industrial importante, ahora ve como se unen a la precariedad general de toda Europa -y España con ella-, como las fábricas se marchan a Extremo Oriente y como el bienestar relativo al que estaban acostumbrados, se desvanece. Su reacción -la de la parte más intransigente-: creer en el cuento de hadas de que el resto de España les roba algo (no se roba nada porque más de la mitad de lo que producen lo venden al resto del país y su aportación fiscal es menor en Euros, de ahí los desequilibrios regionales no corregidos) y de que fuera de España van a vivir mejor en el paraíso de los trabajadores catalanes.
Por el contrario, la solución a ambos temas por parte del sistema… ¿Qué solución? Siendo la raíz del problema la misma (que en este país cada día se vive peor) están tendiendo una cortina de humo y además, dividiendo a los españoles de una manera peligrosa, en dos facciones cada día menos transigentes: la izquierda y la derecha. Ni me gusta que la mayoría viva mal, ni me gusta que en política no se den soluciones y se parchee la situación de una manera harto peligrosa para el futuro del país. A ver que sale de las urnas el día 10: si saldrá malo o saldrá peor. Me gustaría que saliera bueno, pero bueno al 100%... En fin, España es así.
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