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OBITUARIO. ANTONIA CAMBRON AMOR (1944-2024) UNA NUEVA ESTRELLA RECIBE EL CIELO

Ayer, Miércoles 10 de Julio, nos dejó una mujer valiente, luchadora, guerrera, que combatió hasta el final contra el maldito cáncer. Nos dio a todos una lección de vida y entereza a los que tuvimos la suerte de conocerla. Esta tarde, Jueves 11 de Julio, el cielo ha recibido una nueva estrella. En la Vía Láctea se ha podido observar que esa nueva estrella ha brillado con luz propia tanto en el planeta Tierra como a partir de esta noche. Tras darle sepultura hace ya unas horas, el cosmos se habrá dado cuenta de que la nueva inquilina, destinada a iluminarnos el resto de nuestros días, irrumpirá con mucha fuerza.

Antonia fue despedida en el distrito que la vio nacer y crecer, aunque después pasó la mayor parte de su vida en el Cerro, donde junto a su marido Francisco, regentaban un establecimiento de alimentación. Tuve la suerte de conocerla en mi primer empleo en 2007, donde trabajaba en un almacén mayorista de alimentación en nuestro municipio. Nunca olvidaré la relación tan bonita y mágica que desarrollé con Antonia desde el primer día que nos conocimos. Siempre atenta conmigo, cariñosa, respetuosa, tierna. Siempre me preguntaba por mi tía, mis padres y mis hermanos, cada vez que llegaba con su marido a comprar al almacén.

Generaciones como la suya son de las que debemos aprender, la “Generación de Hierro”. Aquellas generaciones de niños y niñas de la posguerra de la Guerra Civil Española que levantaron a España, la que nunca se quejó, la que más trabajó y la que nos labró un futuro completamente diferente al suyo. Antonia tuvo que lidiar con esas cornadas que a veces nos da la vida. Tras su jubilación, tanto de su marido como de ella, vinieron los malos augurios. Tuvo que presenciar la muerte de su marido y de su hija Mari Paqui, ambos fallecidos por cáncer en un corto periodo de tiempo. Después, las malas pesadillas volvieron y ahora le tocaba a ella lidiar con el “bichito” tan letal, que a veces deja legados como el que nos deja Antonia a sus hijos Jorge, Jaime, Sergio y Laura, y también a todos nosotros. Ese legado en forma de flor de lis, cuya fragancia ha impregnado también a su otra familia, la que creó junto a sus compañeras y amigas de la asamblea local de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Tuve la suerte de estar con ella en una entrevista que le hice a la presidenta de la asociación, Teresa Luna. Le dio mucha alegría porque me había visto más grueso y más guapo, me lo dijo con tanta alegría de verme, porque siempre me había conocido muy delgado en mi época trabajando en aquel almacén. Me tomé un café con todas ellas en la asociación, pasamos una mañana muy agradable, y lo qué es la vida, nos hemos visto varias veces en la calle, nos hemos saludado y nos hemos transmitido ese cariño que siempre quedará en mi memoria.

A principios de junio se celebró la II Cena Solidaria de AECC en el almacén central. Fue allí, junto a la última vez que la vi por la Plaza Santa Bárbara, donde pude observar que con la mirada se quería despedir de mí. Por eso, cómo no, iba a estar despidiéndome de ella esta tarde, donde todos sus amigos, amigas, vecinos y conocidos, han querido rendirle un último adiós. Las puertas de esta constelación de estrellas ya saben que una de ellas brillará más porque se ha ganado en vida todo ese afecto que supo dar a su marido, hijos y amistades.

No habrá mujer más valiente, luchadora y guerrera que ella. Y como dijo en tu responso el párroco de la Iglesia de El Salvador y San Luis Beltrán, Agustín Alonso, quien ofició el sepelio junto al párroco de la Iglesia de Santa Bárbara, Carlos Hernández: “Que los libros se caen de las manos cuando hablamos de una vida como la de Antonia, y que hay que recordarla con una sonrisa”. ¡Qué así sea!

“La muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida” (ANDRÉ MALRAUX).

NOTA DE REDACCIÓN: Desde nuestra empresa Publicaciones del Guadiato queremos trasmitir en estos tristes momentos nuestro más sentido pésame a los familiares, amigos y compañeras, de Antonia Cambrón. Algunos que tuvimos la suerte de concocerte «Antoñita», así te gustaba que te llamaran tus amigos y amigas, sabemos que todo lo que ha escrito en su crónica nuestro compañero Sergio Delgado es verdad. Porque fuiste una mujer luchadora, amable, cariñosa, amiga de sus amigos y solidaria para ayudar a todo el que te necesitara. Hoy te despedimos con una profunda tristeza, porque siempre se van las mejores personas, pero lo que sí tenemos claro quienes hemos tenido la gran suerte de compartir una parte de nuestras vidas contigo es que tu legado, tu recuerdo y todo lo que nos enseñaste bueno, quedará para siempre. Descansa en Paz amiga, que ojalá estés ya con tus seres queridos a quienes tanto quisiste y que la vida te arrebató injustamente. Como ahora nos ha hecho a nosotros contigo. Hasta siempre, Luchadora. Hasta siempre, Gran Mujer y Gran Amiga.

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