Su alma sube al cielo cuando despliega sus alas y vuela hacia la eternidad y nunca volverá a imaginarse un trayecto con fronteras y aduanas, por donde pararse para acreditar que voy con ella. El tiempo que estoy contemplando a tal belleza me hace enmudecer y dejarme sin definiciones para calificar tal hermosura, el desespero que tengo por tenerte es probarte esa fruta prohibida y pecar ambos hasta que la vida nos exculpe de cometer el delito de todo esto que se habla del amor, algo pudoroso y exquisito a la misma vez, lo tengo ahora mismo entre mis manos, la puedo acariciar, pasar mi mano izquierda por su cintura y descender mis labios tras su inclinación y besar en el lateral de su cuello. El amor es universal, a todos nos duele igual, pero cuando estoy frente a frente con ella, esa mirada felina que me brinda, me penetra por mis ojos y me hace transformarme en un salvaje felino. No hay mejor opción que quedarme contigo en la selva y hacerme participe de la reina de la manada y descubrir que la vida contigo es mucho más asertiva y aséptica y que todo hombre que te pueda conocer quede sorprendido de tan belleza con el arcoíris que se puede observar en lo más alto de la catarata, donde de arriba abajo descienden las aguas más finas y transparente como la mirada penetrante de la maravilla del mundo, la cosa más atractiva y con más encanto que se pueda encontrar.

Si todo esto fuera mi final, me gustaría escribirlo y pasar los últimos momentos contigo, sin más dilación te propongo a que me lleves donde tu habitas, cuál lugar no existen rivalidades y oposiciones para obtenerte, pero no está de más tener rivales para así poder disfrutarte el doble y costarme tenerte es sinónimo de qué me lo he trabajado. Si amarte fue mi predilección, no te digo nada más lo que fue conquistarte, una acumulación de sentimientos encontrados y todo lo que sucedió esa noche, una noche de lo más ardiente y con un toque de sabor a caramelo que nos hizo ver que todas las estrellas que contemplamos mirando tumbados en la hierba, brillaban por ti. Es por ti y por el pasar de los años que no hay día que nos encontramos y nos miramos en el mismo sitio y con la misma pasión que nos dejamos impronta nuestras huellas. Cuando te bañas a pleno atardecer se me puede erizar la piel cuando te veo que se posa un collar de corales en tu cuello que he extraído de la orilla del río, de esta selva paradisíaca del más profundo pulmón de África, cuyos dos volcanes que analizo están al borde de la erupción y donde cuya naturaleza se te asimila por tu forma de ser, indomable, pero da cabida a acariciarte y pasar la palma de mis manos por tu piel de melocotón. Está en tus manos poder abrirme las puertas del paraíso para siempre y tocar de fondo nuestra canción favorita: “Imagine”, de John Lennon y como tú, mí Yoko Ono. Vivir en plena vía de la naturaleza neutra y tal cual nos la encontramos, virgen y por descubrir. No hay opción para la tristeza ni tampoco para una canción de despedida, sino que nuestro punto de partida, sea aquí y para siempre y que no conozcamos más mundo de el que nos quede por descubrir y que por siempre te querré y te amaré, y lo que sucedió cuando nuestras miradas felinas se encontraron queda para los restos de los siglos y para la humanidad. Y que siempre, siempre me dediques una mirada única y exclusiva para mí. Por ello toca responderte como el final del estribillo de la canción “La Cosa Más Bella” de Eros Ramazzotti: “GRACIAS POR EXISTIR”.

Posdata: “La naturaleza salvaje… es enriquecida por la sensualidad. (Michael Frome)