Las primeras hojas de otoño se hacen caer de los árboles de nuestros parques, sea de los pírricos cantares de los pajarillos que se refugian en ellos para subsanar de un frío que ya pega y de que manera esa rasca que nos hace poner ya nuestro brasero en nuestra mesa camilla de nuestros hogares con sus enagüillas recién puestas y lavadas después de haber tenido un verano de los más caluroso y pegajoso de la historia. Vuelven esas jornadas laborales, ese café antes de entrar a trabajar, llevar y recoger a los niños y niñas de las escuelas, dejar la comida hecha por la noche para cuando llegues del trabajo ponerla a calentar, hacer la colada de la ropa antes de irte acostar, porque a partir de las diez, la electricidad está más barata y los fines de semana toca una limpieza a fondo en la casa y la horrible plancha, ese aparato que a tantas y tantos nos hace poca gracia ejercer dicha labor. Pero bien, todo queda satisfecho, sí todas esas cosas se hacen con voluntad, deseo y cariño. Noviembre es un mes triste, para todo aquel que haya perdido un ser querido, sea ya lejano o reciente, siempre el día uno se pone las flores en sus lapidas a nuestros seres queridos, se hacen visita a la nostalgia, a las anécdotas pasadas con aquellas personas que nos han hecho sentir y hacer felices en unos momentos puntuales de nuestras vidas, en un cumpleaños, en nuestro día de boda, en una despedida de fin de carrera universitaria, mil y unos momentos que por un instante nos han hecho especiales.

Para algunos es imposible no acordarse cada día de aquella frase que siempre le decía su madre; “¿Has comido hijo?, o su padre; “Estudia hijo para ser mañana un hombre de provecho, que la vida está muy mala?; o la frase típica de los abuelos;” Que nieto o nieta más guapo o guapa tengo”, frases célebres que nos la han dicho un orador político, o un escritor ensayista, sino alguien cercano y que nos quiere de verdad: “NUESTROS SERES QUERIDOS”. Unos alzaron su vuelo antes posible, otros porque era ley de vida, otras de forma inesperada, pero todos y todas descansan dejando en la tierra su cometido, aunque a veces su obra esté inacabada, otros las continuarán, porque la vida sigue, y no se detiene ni en ti, ni tampoco en mí, la vida sigue su camino y su cauce y es como un río desbordado, no se puede controlar, y el que piense que en esta vida no se viene solo para sufrir y luchar miente, en esta vida se viene también para disfrutar y aprovechar los buenos momentos, hay que sacar provecho de nuestras carencias y transformarlas en realidades. Combatir no sólo al miedo, sino bailarle a nuestras satisfacciones, desafiarle al destino y lograr lo que queramos ser en nuestras vidas: “SER SERES LUMINOSOS”.

Esta vida son prácticamente dos días y algunos sólo viven un día y no les da tiempo a disfrutar el segundo, por eso hay que vivir con alegría y sin amargarnos, esta vida, aunque para algunos le suene a tópico, se vive más que una vez y siempre el regreso a casa se hace más difícil, sino encontramos nada más abrir nuestras a casa a ese ser querido esperándote para darte los buenos días o las buenas noches y darte un abrazo y un beso. Aunque sea una absurdez decirlo o una simple cursilería escribirlo, le doy todas las noches antes de acostarme un beso a mi madre, porque no sé cuando dejaré de dárselo, espero que por mucho tiempo esté aquí con nosotros y me da ese beso a la vez una nostalgia de la niñez cada vez que iba a la escuela o me iba a dormir ese beso de cariño y de seguridad que me daba mi madre. Por eso hay que cuidar a nuestros mayores, ellos antes ya lo han hecho y siguen haciendo día a día por nosotros y nosotras. Este mes de noviembre viene a recordarnos que alguna vez alguien nos amó y amamos, por lo tanto, me cabe decir que nunca jamás, esa vela de amor constante se apague, que la mecha quede prendida y que absorba todos nuestros actos no indeseados y se transforme en un pergamino, cuya escritura vaya dedicado aquel legado que nos dejó en vida tu padre o vuestra madre, quizás un hermano o hermana, tal vez un tito o una tita, o válgase un fiel amigo o amiga. Todos hemos sido confidentes de alguien, esos secretos mejores guardados, pero de alguna manera hemos sido de aquellas personas: “COMPAÑEROS O COMPAÑERAS DE VIDA”.

Puedo testificar que he sido testigo de conocer a grandes personas y las sigo conociendo, unos han fallecidos y otros siguen vivos, y los que he aprendido de ellos y ellas, es que me han hecho mejor persona y me han hecho sentir una persona especial y que por siempre las llevaré en mi corazón. Nadie se lleva o llevará nada al otro mundo, pero se llevará y dejará para siempre aquí en este más y mejor dicho, incomprendido planeta tierra, su obra, su leyenda y el ciclo genético de la vida, ese que continua con las nuevas generaciones. Esas nuevas generaciones de almas inquietas e incesantes que mueven y moverán los hilos del mundo. Esa bola del mundo donde detenemos nuestros dedos al hacerla previamente girar y cuando se detiene nos marcará nuestro nuevo destino: “EL PARAÍSO”. Aquel donde empezó todo con Adán y Eva, cuya fruta prohibida dio acceso a todas nuestras preocupaciones y vicios, donde en el libro de “LOS MISERABLES” del célebre escritor Víctor Hugo, dejó su sentencia en el personaje de Juan Valjean, un pobre ladrón que por robar en una panadería un pan, para llevarse algo para la boca, ya que se quedó sin trabajo y vivía con su hermana mayor y sus nueve hijos, ya que era huérfano dicho personaje, le cayeron diecinueve años de prisión, a lo que iba de la sentencia que dejó escrita Víctor Hugo y que en modo de otro personaje del clásico libro, el obispo de Digne, Monseñor Bienvenido Myriel: “Que no hay que temer a los ladrones y a los asesinos, ya que nosotros mismos los creamos, porque nuestras preocupaciones, son nuestros ladrones y nuestros vicios, son nuestros asesinos”.

Por eso ya dejando casi atrás este 2023, que está dando sus últimos coletazos, os recomiendo que rindáis vuestro particular reconocimiento y homenaje cada día a esos seres queridos que más queréis o por circunstancias de la vida habéis querido y se han marchado, ese tributo permanente y solemne que se merecen esas personas que nos han hecho la vida más amable y nos han dado la vida en otros casos como son nuestros padres. Marquen en rojo este mes de noviembre como mes para recodar lo que somos y lo que hemos sido. ETERNIDAD.

SIN ÁNIMO DE LUCRO: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”.