Si a alguien les debo este artículo es sin duda a aquellos que me han dado la vida que son mis padres, pero haciendo este artículo extensible a todos los padres del mundo, aquellos que lo han dado todo por sus hijos y que en tiempos de pandemia una vez más nos han dado una gran lección. Mis padres vienen de unas familias de lo más humildes y más trabajadora. Mi padre se quedó huérfano de padre a los quince años y mi madre huérfana de madre a los veintitrés años. Mi padre antes de conocer a mi madre tuvo una infancia y adolescencia muy dura, pronto empezó a trabajar y entrado en la veintena emigró primero a Alemania tres años y otros tres años en Holanda, en unas de aquellas visitas a su pueblo de vacaciones conoció a mi madre y ya fallecido Franco al siguiente día volvió a España porque mi madre no quería irse a Holanda.

Poco después mi padre tuvo suerte y entró en la mina cerca de su pueblo y se estableció por fin en Peñarroya-Pueblonuevo. En uno de sus relatos mi padre me comentó que se fue con lo puesto a trabajar al extranjero y volvió con el dinero suficiente al regreso para comprar la casa que actualmente viven y vivimos. Mi madre ha sido una gran ama de casa y lo sigue haciendo y nos ha criado a los cuatro hermanos que somos en una educación y en unos valores de lo más tradicionales y a la vez liberales, a la hora de hacer de mayores las cosas que nos ha gustado hacer o estudiar. Ellos como la mayoría de gente mayor no sabe lo que son unas vacaciones, unas cervezas en un bar o tal vez un día visitando alguna ciudad o pueblo cercano, han sido unos esclavos de su casa y de su trabajo y lo que más me sorprendo siempre con una sonrisa en la boca y ningún mal gesto. Para mí mis padres lo son todo, se han sacrificado por mí, me han transmitido todo su amor, me han acompañado tanto en los buenos como en los malos momentos.

Sin ir más lejos mi memoria recorren muchos tramos de mi vida con la presencia de mis padres y perdurarán para siempre, desde eso viajes de pequeño en coche, como días de campo y noches estrelladas al fresco en la puerta de la tienda de mi tía Rosario. Nunca olvidaré las noches de fútbol en el bar acompañado de mi padre viendo los partidos de fútbol en especial del Barcelona. En momentos complicados allí han estado disfrazados de héroes para que yo estuviera seguro y que lo que me pasase a mí que les pasase antes a ellos. Así son nuestros padres, personas con dotes mágicos para capas únicas, ese don especial para mimarnos y dar consejos siempre certeros y mirando siempre por nuestro bien.

Aquí dejaré esparcido este artículo para toda la vida porque lo que nunca podremos olvidar es que nuestros padres siempre serán inmortales y, como en el caso de Fermín y Cristobalina que son mis padres, representan a toda esa generación de padres que son irrepetibles, aquellos nacidos después de una guerra civil y que lo dieron todo a cambio de nada y que siempre están dispuesto a servir a una nación y crecer y enriquecer a un país a falta de tener más lideres reales como ellos y que una vez terminen su hoja de servicio se irán una generación que levantó a un país de una ruina y de una dictadura franquista y que conquistaron una democracia echa a golpes de libertad. ¡Papá, Mamá, gracias por darme la oportunidad de haberos conocido y haberme visto crecer!. ¡Siempre estaréis en mi corazón!.

Una generación extraordinaria y señorial. Una lección tras lección, sin ruido y a macho y martillo. Por todas aquellas personas que lo han dado todo por sus hijos y los suyos. También por los demás sin esperar nada a cambio.

POSTDATA: “El truco final lleva un poco de humanidad y otro tanto de perseverancia”.