Uno de los problemas que acucian a casi todos los países del planeta pero muy especialmente a los de nuestro entorno acomodado es el de la vivienda. Cada día que pasa afecta a un número mayor de personas y especialmente a las personas jóvenes. La pregunta es: ¿Tiene arreglo fácil este problema? Mi respuesta es que hay temas que no se pueden dejar sólo en manos del mercado, del mercado inmobiliario sino que es el Estado quien debe partir el bacalao. Escuchamos una monserga que siempre es la misma: hay población sin acceso a la vivienda por un problema de oferta; es decir, porque no hay suficientes en el mercado. La solución, entonces, es seguir construyendo. Sin embargo, los datos no muestran que eso sea exactamente lo que ocurre. Al parecer en España hay más de 26 millones de viviendas. Puesto que el número de hogares es de 19 millones, resulta que hay casi 1,5 viviendas por cada familia u hogar y, al mismo tiempo, hay casi 4 millones de viviendas vacías.
Sé que las estadísticas en estos casos pueden inducir a conclusiones equivocadas. Sin embargo, he copiado los datos oficiales porque me parecen válidos para demostrar que, si se quiere resolver el problema del casi imposible acceso a la vivienda de cada vez más personas, no basta con construir más. Para acceder hoy día a una vivienda no sólo basta con que haya suficientes en el mercado sino, además y sobre todo, disponer de ingresos suficientes para poder comprarlas o alquilarlas. Y eso no depende, como se quiere hacer creer, de que se construyan más a través del mercado, por una sencilla razón: porque el Mercado no vende viviendas a quien las necesita, sino a quien tiene dinero para comprarlas. La prueba evidente es que, mientras que millones de españoles no pueden acceder a la vivienda, el fondo de inversión Blackstone es propietario de 30.000. De hecho quien más dificulta que se tomen las medidas necesarias para facilitar el acceso a la vivienda en España, quienes de verdad parten el bacalao son los fondos de inversión y los multipropietarios de viviendas de alquiler. La dificultad para acceder a la vivienda es un problema creado porque de ser una mercancía más destinada a satisfacer una necesidad y cuyo precio, como las demás mercancías o bienes de consumo sube o baja, la vivienda ha pasado a ser un activo financiero en el cual se invierte especulativamente porque se puede hacer que su precio aumente sin cesar o, últimamente, en un bien de capital para desarrollar negocios turísticos.
Es decir, el uso social e, incluso, el económico de la vivienda se han desnaturalizado y esto es lo que realmente origina la dificultad para acceder a la propiedad o para alquilar. Como activo financiero dedicado a la especulación interesa que su precio suba constantemente y quienes operan en esos mercados hacen todo lo posible para que así sea. En una carta a sus accionistas del pasado mes de febrero, el fondo Blackstone reconocía que le conviene que haya escasez de viviendas porque su estrategia es que suban sus precios. Para ello acaparan, compran masivamente las viviendas más asequibles impidiendo que lleguen a manos de los compradores con menos recursos. De manera que, siendo verdad que no se construye un número suficiente de viviendas sociales y accesibles para la población de menor ingreso, el problema no es sólo ese sino la conversión de la vivienda en activo financiero que las hacen inasequibles para tantas personas pues no fluctúan en función de la inflación sino de la especulación inmobiliaria, el alza de precios y su desajuste con los sueldos y salarios, o el aumento de los costes hipotecarios. Y, todo ello, unido a la mayor precariedad laboral y al incremento de la desigualdad que reduce el poder adquisitivo de la mayoría de nuestras personas. En definitiva, lo que se está padeciendo es la consecuencia de dejar que sea el mercado inmobiliario quien decida cuántas viviendas construir y a qué precio. No caben soluciones parciales, ni simplistas. Todo lo contrario, hay que partir del principio básico de considerar la vivienda como un bien público y, por ende, asunto de estado, no de mercado. Hay que aumentar, desde luego, la construcción de nuevas viviendas asequibles, fomentar el alquiler, controlar los precios etc. etc. Sin duda alguna. Pero si no se asume y se pone en práctica ese principio no se podrá conseguir nunca que las viviendas asequibles que se construyan sean habitadas finalmente por quienes realmente las necesitan.
Sólo atando en corto al mercado y pasando a considerar a la vivienda como un bien público se hará creíble lo que dice el artículo 47 de nuestra Constitución, la de todos: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación». Lo de siempre, más Estado, menos Mercado.