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DESDE EL JERGÓN

Discusiones que no llegan a conclusiones, al menos a un mínimo de ellas digno de ser compartido públicamente. Las orientaciones posteriores derivan en exploraciones interiores impropias de los avances que tanto nos intentan vender. ¿Avanzar hacia dónde, y con quién? Habría que incorporar al qué a la ecuación, ante tanto contenido vacío –curiosa paradoja- y obsesión colectiva por continuar ofreciendo comida a quien nunca tuvo tanta hambre. Ante tanto tarambana hay demasiada desgana por devolverles las migajas vomitadas. No es sólo la curiosidad la que mató al gato encerrado, sino también la celeridad que lo encontró maniatado y sin poder expresar con la mirada lo que algunos tampoco explicamos con palabras. Será porque el viento es quien tiene la respuesta, y la contrarréplica aún no ha sido escrita. El oído se conforma con asentir ante el chichear de las masas y el repicar de las tasas, y así nos luce el pelo, ya escaso como el tiempo que nos queda para según qué cosas. La rumazón que acecha la carretera perdida es tan eterna como el sol que oculta, al que sin embargo parece que le quedan cuatro días mal contados y peor cortados. Es el coste, el precio, la tarifa prevista, lo que impide que lo veamos todo con la simpleza y limpieza que tanto nos costó alcanzar.

En verdad todo es un atajo o un subterfugio, quién sabe si una mera excusa más, para llegar a la oclocracia como el único sistema verdaderamente fiable. El amor, o eso que dicen que nos unirá de una forma u otra, se desliza entre pliegues de piel flácida y turbia, y los únicos que aseguran aferrarse a su fuerza como arma expiatoria de todo mal se someten a la intercalación de mandatos inútiles y exterminadores. El ángel sin hélices encontró las alas que nunca deseó. La sima y la cima están tan próximas como el hierro y el níquel. Síes y noes se hermanan para ser primos del porqué. Y en esa balanza infernal donde las palabras superan a los conceptos, todo parece carecer de significado al aparecer reivindicado. No deberíamos haber llegado a esto, pero los lodos transforman el barro en vino y el pan en regaliz. Así resultan a los ojos de la minoría los pazguatos fácilmente conversos a versos revertidos en ilusión. A la vanidad se llega por la parcialidad. Al desencuentro se acude por el aumento, de personas completas y almas parciales. Embébanse de rencor y rabia y acudan a sentarse al volante del vehículo abandonado en el cementerio, y sabrán lo que la impotencia es capaz de conseguir con tan pocos recursos. Ni los vástagos unigénitos ni los tráfagos congénitos pudrirán la condición de transitoriedad, ni los cantos de sirenas afinarán mejores notas que los de cisne. El patito feo que espera en el comedor se fuma la pipa de la paz con el gatito recién nacido que desespera en el balcón. Puede que sepa que lo que le aguarda conocer no es más que lo que le resta por saber. Es sólo una constatación, o un redescubrimiento recubierto por la constancia.

Mucho arrechucho para tan poco chucho, y demasiado estupor momentáneo para tanto candor espontáneo, algo a lo que habría que poner remedio urgente. Numinosos contra luminosos, ¿o no es lo mismo al fin y a la postre? El poder postergado se sazona con saber posicionado. Y no es suerte, sino muerte la palabra que pone la guinda al final, porque en este crucigrama no cabe ni un criptograma más. Resitúen su escabel e infatúen el cascabel para avisarnos del finiquito. Yo ya tengo la alarma programada, queridos gaznápiros, y pienso arrebañar hasta la última lamida de vida inteligente. Ahora buscaré al nuevo pimpollo por el que beber los vientos hasta la próxima explosión. Si es que no decido ingerir otro bebercio por el camino, en busca de un santo grial o un canto tribal, que tampoco sería un mal sustituto. Al final, de lo que se trata es de encontrar un resquicio sin cimientos ni base, un auspicio con sustentos y clase por el que escapar y debatirse entre este mundo y cualquier otro paralelo en el que soñar a pierna suelta. Si no encuentran la puerta de salida, adviertan de que la ventana de entrada puede ser la mejor opción. Vean, piensen y deténganse antes de que la autoridad competente les diga hacia dónde deben encaminar los siguientes pasos. Si sus ojos se equivocan y les hacen dirigirse al recodo equivocado, que sólo descubrirán varios siglos después de su inexistencia, recuerden que todo está en sus manos y no en otras incapaces de entender ni un gramo de realidad. Todo lo que les pase repercutirá en nosotros, y el rebaño seguirá el guión establecido sin posibilidad de vuelta. El pastor fue devorado por los lobos, así que no se preocupen por quién podrá dirigirnos.

Disco del mes: Ian Kay – Walk that road again

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