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Política y arte dramático

Desde que a comienzos del mes de mayo nuestro Ministro de Transportes abriera la caja de los truenos, estamos disfrutando de una obra “teatral” sin precedentes en las relaciones hispano-argentinas no vista en más de un siglo. Esta tragicomedia tiene por protagonistas a D. Javier Milei y a D. Pedro Sánchez-Castejón.

El por qué de que la califique de obra de teatro tiene sus motivos. Vamos a ver cómo anda el panorama en España y Argentina.

Empecemos por la madre patria. En suelo ibérico tenemos un Gobierno que gobierna poco. El adelanto de las elecciones catalanas y la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado dejan poco margen de maniobra a un ejecutivo al que le crecen los enanos. En un primer momento el Gobierno se constituyó por la mínima, con el polémico apoyo de Junts per Catalunya, bajo condiciones difíciles de cumplir sin que llovieran críticas a diestro y siniestro. Por este motivo, el aparato mediático y financiero que sustenta al PSOE no tuvo muchas dudas en empezar a sacar las vergüenzas de la pareja de Díaz Ayuso (mientras Feijóo no se quejaba demasiado), supongo que para mantener distraído al público con las cesiones a los independentistas y el hecho de no poder gobernar en un año por la prórroga presupuestaria (si quieres implementar políticas que aporten algún cambio que vender, necesitas unos presupuestos con las partidas adecuadas a cada ámbito de gasto o inversión). Entre tanto, Gaza y Ucrania se cronificaban y no había con qué echar humo en cuestiones externas. Luego, vamos a ver si montamos un espectáculo con el PP y la derecha extrema (que no extrema derecha que para eso hay que ser algo más que empecinados ultraliberales incrustados en el sistema de la partidocracia del 78), a ver si disimulamos lo que hay.

El caso es que la oposición no se estuvo quieta y, para seguir teniendo entretenido al personal y que no eche cuentas, especialmente en el hecho de que si hay nuevas generales PP y VOX lo que nos van a vender son los recortes y privatizaciones de siempre (con agitación de banderita de por medio), se sacan los supuestos trapicheos de la pareja del adversario (se ve que con Koldo no había bastante).

Sánchez hace una “espantá” mediática (no creo que en este país, tan poco dado a dimisiones, alguien creyese que iba a dimitir) y entre medias llega una bocanada de aire porque Salvador Illa puede formar gobierno en la Generalidad catalana y así tener amarrados a los socios independentistas, más a la izquierda o a la derecha. Parece que Don Pedro se va saliendo con la suya de mantenerse en el poder hasta que pueda sacar presupuestos (o convocar unas elecciones a medida del PSOE) y tener algo que vender al público (porque de la prometida reindustrialización verde no hay nada que hablar, mira por dónde que el empleo sigue siendo basura y en el ladrillo o en el turismo). Mientras, a ver si llegan esos tiempos mejores y se le va dando el abrazo del oso a Sumar (nostalgia del cómodo bipartidismo, parece que hay).

Cuando parecía que Sánchez-Castejón volvía a maniobrar con destreza en las procelosas aguas del politiqueo hispano, se presentan las Elecciones al Parlamento Europeo, que sabido es que son veinte veces más fiables que una encuesta del CIS para saber qué piensa el electorado. Por lo menos el que vota, porque un tercio se suele quedar en casita o por falta de cultura política o por asqueo directo con lo que hay.

Ante unos posibles resultados poco alentadores en las Elecciones Europeas, hay que hacer como que se gobierna, que el PSOE tiene agallas para dejar con los palos del sombrajo a sus adversarios y terminar de liquidar a Podemos (poco fiables en el Congreso), mientras se come a bocaditos a Yolanda Díaz (muestra de ello es que en los medios afines a PP y PSOE por primera vez en ocho años se le da cuerda a Izquierda Unida, principal dolor de muelas de Díaz).

Así que vamos a jugar a la política exterior (¿Tenemos de eso?). En un primer lugar reconocemos a Palestina como Estado (sin consecuencias, se va a reconocer a los de Cisjordania -a la Autoridad Nacional no a Hamas-, los contratos de Defensa con Israel bien atados y dejamos que Sumar haga el bobo con un cargamento de armas que en realidad iba a Ucrania, jugada redonda).  En un segundo lugar, sabiendo que en Argentina las cosas no le van bien a Milei por el uso de “la motosierra” económica (ultraliberal él como pocos, a Adam Smith se le caerían dos lagrimones en este hijo suyo del siglo XXI) y que ya se ha peleado con media Iberoamérica y con China por cuestiones de menor importancia, nuestro Ministro de Transportes lo acusa de consumo de estupefacientes, sin pruebas, como no. Tras el tal vez no tan casual puyazo de Puente, cabreo monumental en la Casa Rosada, tan necesitada de algo que reafirme el liderazgo de Milei y con lo que distraer al público, agitado la bandera albiceleste bajo el paraguas del supuesto patriotismo (no encuentro nada patriótico en ello, pero bueno). Nuestra derecha, ni corta ni perezosa, ve que le ponen en bandeja la oportunidad de hacer algo más que cascar de un independentismo que se desinfla tras las catalanas y con las Elecciones Europeas enfrente. Pues nada Don Javier, dese una vueltecita por VOX y la Patronal y echémonos una manita mutuamente: Usted consigue distraer a sus votantes y nosotros sacamos votos, que unas butaquitas en Europa están muy bien miradas, de paso, desgastamos a Sánchez. En tierras argentinas, paralelamente, el peronismo también aprovecha -había estado calladito Fernández-y hace lo que puede para darle algún pescozón a Milei.

Y de esos polvos estos lodos: y tú más, no y tú más, que te retiro la embajadora, que tengo a Pedrito contra las cuerdas, ojo respeto, que no pido disculpas ni en broma y bla, bla, bla… Menos mal que argentinos y españoles apreciamos más nuestros fuertes lazos que las “actuaciones teatrales” de nuestras respectivas clases políticas, porque si no, el estrecho vínculo de hermandad entre ambos pueblos se podría ver perjudicado, cosa que ni unos ni otros vamos a consentir. Los políticos van y vienen, la hermandad continuará y recordaremos estos más que lamentables esperpentos del politiqueo, con vergüenza y bochorno.

Mientras, esto huele a teatro, qué siga la función, qué continúe el melodrama, por lo menos los actores no tienen nada que envidiar a los de Hollywood.

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