Desde hace semanas, el agua que llega a nuestros hogares en el norte de Córdoba presenta una coloración oscura, lo que sugiere la presencia de contaminantes. Esta situación es especialmente preocupante en los colegios, donde los niños están consumiendo esta agua potencialmente nociva para su salud. Numerosos domicilios en las comarcas del Guadiato y Los Pedroches reportan agua turbia y, en algunos casos, con olor desagradable. Las quejas de los vecinos, aunque deberían presentarse por escrito ante los ayuntamientos o dirigirse a Aguas de Córdoba (Emproacsa), reflejan un gran malestar entre la población. La falta de explicaciones por parte de las autoridades competentes es alarmante. Muchos residentes siguen sin consumir agua del grifo por desconfianza, a pesar de que se declaró apta para el consumo.
Ninguna autoridad municipal, provincial o autonómica ha presentado las analíticas necesarias para tranquilizar a los ciudadanos. No se han ofrecido detalles sobre cómo se descontaminaron las tuberías y depósitos municipales tras el incidente del año pasado. Es comprensible que la población desconfíe de la calidad del agua, dado que en 2023 Emproacsa tardó un mes en avisar de la contaminación del agua. Ahora, se nos informa a través de Diario Córdoba de una «avería anómala» en los decantadores de la depuradora de Sierra Boyera, lo que ha causado turbidez en el agua. Según Emproacsa, esta turbidez es resultado de cambios de temperatura y la estratificación del agua en el embalse, una situación que describen como habitual en la gestión del agua. La empresa afirma haber tomado medidas para reducir la turbidez y espera que la situación se normalice en 24 a 48 horas.
Sin embargo, la insistencia de Emproacsa en que el agua sigue siendo apta para el consumo humano no es suficiente para calmar a la población. La empresa asegura que realiza análisis continuos que confirman el cumplimiento de la normativa sanitaria, pero los ciudadanos no han visto estos resultados. La Junta de Andalucía indica que su papel es de vigilancia y que, si los análisis no cumplen la normativa, actuarán para declarar el agua no apta. Sin embargo, no tienen competencias para mejorar la calidad del agua, responsabilidad que recae en Emproacsa.
La falta de transparencia y la gestión deficiente de Emproacsa, junto con la insuficiente respuesta de las autoridades sanitarias, han dejado a los ciudadanos del norte de Córdoba desprotegidos y desinformados. Exigimos a las administraciones competentes transparencia, empatía y una comunicación clara sobre la calidad del agua que consumimos.