La clase política, está totalmente embarrada, no sólo por las actuaciones de unos de malversaciones, cohechos y presuntos delitos, que en la época donde menos debería pasar, como fue la pandemia, salto a la palestra enriquecimientos personales que han elevado el tono político y no tiene pinta de que se rebaje.
Tras el escarnio, que sufrió el Partido Popular, debido a las manos rápidas de guante blanco de algunos, que bajo el amparo de los partidos políticos, buscaban su enriquecimiento personal, la bancada de en frente, se ve salpicada por que uno de los suyos ( no hablamos de uno que pasaba por ahí) , la mano derecha de uno de los hombres fuertes del gobierno, el cual no ha querido dimitir, muestra más que tiene para tirar de la manta que las manos limpias, pero claro cuando tienes que callar , solo debes el ventilador y que no te caiga la suciedad encima.
Eso es lo que nos viene acostumbrando el partido del gobierno, encender el ventilador para cambiar los aires de suciedad con el bien manido “y tú más”. Aquí en este país, parece que vale todo y si tu marido, hace un presunto delito en su ámbito privado, eres como político, culpable de ello, lo que pone de manifiesto que es una artimaña de distracción, más cercano al ámbito mafioso que al propio bien hacer político.
Tenemos una situación, ya común en España; la de intentar usar la política no cómo trampolín, sino como la forma más directa al lujo, a la opulencia, y ya se decía, que el dinero y el poder corrompe a los hombres y mujeres, pero lo de usar la pandemia como fuente de ingresos es una actitud sucia y despreciable, pero en el fango político parece ser que es un auténtico modus operandi.
Seguimos con esta situación, y sólo pasa porque la política sea lo que fue camino a la excelencia, la erudición y sobre todo el pueblo como centro, porque desde que el egocentrismo se implanta, esto se convierte en una autentica piara.
