Publicado el 25 de Agosto de 2013, Domingo Lourdes Paredes Cuellas
Curiosidades - De la huida de
octubre a la huida de enero
Comenzó el mes
de octubre de 1936 y aún quedaban en zona republicana Belmez y
Peñarroya-Pueblonuevo, que recibieron una oleada de alrededor de diez mil
refugiados desde los pueblos de la Sierra de Sevilla, la Campiña cordobesa,
Extremadura y Fuente Obejuna. Esta avalancha humana desbordó las posibilidades
de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, por lo que se establecieron trenes
especiales tanto en la vía ancha como en la estrecha para evacuar a todos
estos refugiados a pueblos de Ciudad Real, en espera de que el ataque del
ejército nacional desde Córdoba no tardaría en llegar.
Realmente
estos movimientos de personas se habían iniciado bastante antes, casi desde el
comienzo de la guerra, por los ataques a los pueblos de la sierra de Sevilla, y
de hecho, ya el 29 de agosto el alcalde de Peñaflor, que estaba refugiado en
Peñarroya-Pueblonuevo, aludía en un informe a la necesidad de que el Gobierno
republicano ordenara trenes especiales en los que pudieran alojarse y huir los
refugiados que se encontraban en la zona.
Desde Córdoba comenzaron los ataques del ejército
nacional el 30 de septiembre, conquistando sucesivamente Cerro Muriano,
Estación de Obejo, Villaviciosa, El Vacar, Villaharta y Espiel, llegando el 11
de octubre a las proximidades de Belmez, que fue tomado en la tarde del día 12.
Al día siguiente, sin apenas resistencia, cayó también Peñarroya-Pueblonuevo.
En las noches
de los días once al doce y doce al trece se produjo un éxodo masivo desde ambos
pueblos hacia Almorchón y Puertollano. El alcalde de Belmez, D. Manuel Robledo
(maquinista de Ferrocarriles Andaluces), el de Peñarroya-Pueblonuevo, D.
Fernando Carrión (que además era Gobernador Civil interino), y el diputado D.
Eduardo Blanco, organizaron la evacuación general de la cuenca, de una cuantía
y características imponentes.
Contando con
las once locomotoras aparcadas en las estaciones de Villanueva del Rey, Espiel
y Belmez, se dispusieron otros tantos trenes desde Belmez con destino a
Almorchón, además de otros varios desde Peñarroya. Y con las cuatro locomotoras
estacionadas en el depósito de Cabeza de Vaca se organizaron cuatro trenes
cargados de carbón con el mismo destino. Se establecieron además continuas
circulaciones del ferrocarril minero “La Maquinilla” desde el Montadero de
Belmez hasta la estación de Peñarroya, desde donde se siguió evacuando a la
población el día siguiente. Para evitar el riesgo de que los trenes cayeran en
manos de los nacionales, esa primera noche no se utilizó la vía estrecha.
En la segunda
noche se establecieron varios trenes desde la estación de Peñarroya hacia
Almorchón, pero siendo insuficientes hubo que poner en circulación los trenes de
la vía estrecha en dirección a Pozoblanco y Puertollano. Como quiera que la
línea estaba cortada en la estación de Belmez-Ermita desde ese mismo día 12, se
contó para ello con seis locomotoras enviadas desde Puertollano a la Estación
de Cámaras Altas, todavía en manos del ejército republicano, desplazándose
hasta allí la población andando, en carros o en camiones.
Tratando de
hacer un cálculo de las personas que huyeron en esas dos noches de Belmez y
Peñarroya-Pueblonuevo, hay que tener en cuenta las cifras que aparecen en el
archivo municipal, donde diversos documentos hablan de que el número de
habitantes quedó reducido a la cuarta parte tras la toma por el ejército
nacional, pudiendo estimarse que de Belmez huyeron alrededor de cinco mil
habitantes y unos quince mil más de Peñarroya-Pueblonuevo, cifras a las que
habría que añadir todas aquellas personas que, procedentes de otros lugares, se
encontraban en ambas poblaciones.
Para el día 15 de octubre toda la cuenca minera estaba
en manos del ejército nacional, aunque con el frente de guerra establecido
entre La Granjuela y Valsequillo por el norte y entre Cámaras Altas y
Villanueva del Duque por el Oeste, cortando en esos puntos las líneas férreas
Lógico es que
durante los casi dos años y medio siguientes, hasta el final de la guerra,
hubiera algunos otros movimientos de población más o menos importantes, como
las evacuaciones de La Granjuela, Valsequillo y Los Blázquez en abril de 1937 y
junio de 1938, pero fue en los meses finales de la contienda cuando tuvo lugar
un nuevo éxodo de población sólo comparable al de octubre de 1936, aunque ahora
la huida sería hacia el sur.
Su origen fue
la contraofensiva organizada por el ejército republicano a partir de diciembre
de 1938, que tras la pérdida de los frentes del norte de España después de la
Batalla del Ebro, decidió jugarse todo a la carta de tomar Córdoba y Sevilla,
atacando simultáneamente desde el sureste de Badajoz, suroeste de Ciudad y norte
de Córdoba.
El mayor de los ataques de la aviación republicana se
produjo la noche del 5 de enero de 1939, apoyada por intensos bombardeos desde
la estación de Cámaras Altas, que llegó a ser controlada por el ejército
republicano. Puesto que los ataques se estaban produciendo indiscriminadamente
contra militares y contra población civil, se organizó la evacuación de
Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, tanto por carretera como por ferrocarril. Por
la fecha en que se produjo y por su magnitud, este episodio de la guerra tuvo
nombre propio en la comarca: “La Huida de Enero”.
Para evacuar a
la población por carretera se ordenó que todos los camiones que fueran hacia
Córdoba estaban obligados a parar y recoger a cuantas personas pudieran, con el
inconveniente de que la aviación republicana, al considerar que se trataba de
convoyes militares, hizo algunas pasadas ametrallando la carretera, lo que
disuadió a muchos para emprender la huida por la orilla del Guadiato hasta
Córdoba, aprovechando los caminos y coladas, deteniéndose en las estaciones y
casetas de paso a nivel para intentar tomar algunos de los trenes que iban
hacia la capital.
Y es que, al
igual que sucedió en octubre de 1936, la mayor parte de la población utilizó en
su huida los trenes especiales establecidos al efecto, ahora por el ejército
nacional, que ante el peligro de bombardeos a la vía o de actos de sabotaje,
estableció un servicio de vigilancia a lo largo de toda la línea hasta El
Vacar, e incluso, para evitar las cargas explosivas que se hubieran podido
colocar en las vías, los trenes llevaban delante una locomotora de
reconocimiento con una especie de “apartavacas” para echar fuera de ella los
explosivos.
Tenían estos trenes el inconveniente de que ni sus
maquinistas ni los jefes de estación conocían hasta donde llegarían. Salían de
Peñarroya y Belmez y podían parar en Espiel, Villaharta, Cerro Muriano o
Córdoba, según si la vía estaba despejada o no, e incluso, cuando el número de
refugiados en Córdoba llegó a ser excesivo, los maquinistas tenían orden de no
parar y dirigirse directamente hasta Málaga o Sevilla, por lo que la población
quedó dispersa en varias provincias hasta el final de la guerra. Continuará...
FUENTE: La Maquinilla. Asociación para una Vía Verde en el Guadiato
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 FUENTE: La Maquinilla. Asociación para una Vía Verde en el Guadiato Curiosidades : Últimas noticias CHATARRAS RAID 2024 CordoClicks presenta en Peñarroya-Pueblonuevo la nueva figura de su colección que representa a un minero del Guadiato El “SÚPER APERITIVO”, que pudimos degustar en el Bar de la “Peña Flamenca La Minera” |