Felipe López del Rio

CARTAS DEL LECTOR -

Que cada pueblo obtiene lo que merece es un hecho que con el paso de los años siento como más irrefutable, si bien entiendo, que cada persona no obtiene lo que quiere. Porque si, aquí tenemos que hablar de colectivo y no de individualidad ya que en cuestión de votos la democracia es así. Tengo claro que vivimos en un país heterogéneo, con más fuerza si cabe en después de estas elecciones del pasado 23J y me gusta que así sea, no quiero vivir en un sitio donde mires donde mires todo y todos seamos iguales, por lo tanto, entiendo que en muchas ocasiones nuestro éxito como nación viene dado por este mismo hecho.

Desde hace varios años, siento que esta heterogeneidad está en entre dicho porque algunos elementos que la forman insisten en romperla, haciendo ciudadanos cada vez más a la medida, sin pensamiento propio, adulados por los vientos de igualdad, sin darse cuenta que solo persiguen igualar la mediocridad y la miseria. Perplejo asistí a los vítores de aquellos que celebraban la victoria a pesar de haber perdido las elecciones, vi como un candidato que había perdido las elecciones, se subía a un estante que no estaba ni preparado y se presentaba a su público como el vencedor, ese sin duda es el primer síntoma de vivir en una sociedad en decadencia que normaliza tener a un candidato y actual presidente de gobierno que están en mano de los enemigos de la nación a la que pretende representar.

No puedo llegar a entender como tantos millones de personas han dejado pasar por alto todo lo que estamos sufriendo en los últimos años, en donde te suben el SMI a menor ritmo que la luz, el gas, la gasolina o el alquiler, lo que se traduce en pérdida de poder adquisitivo para nuestras familias. Desde que tengo uso de razón se ha penalizado fuertemente a la mentira en las urnas, fuera del color que fuera y ahora no solo no penalizamos este hecho, sino que tampoco lo hacemos que el tipo que se apoya para gobernar en los que asesinaban a sus compañeros, a los militantes de su propio partido en el País Vasco, no penalizamos que pongan en almoneda a nuestro país, dándoselo en bandeja de plata, de nuevo, a filoetarras, separatistas y golpistas. Mientras tanto violadores ven rebajada su condena por la ley del “solo el si es si”, hasta algunos de ellos ya están en la calle, sin que ninguno de estos sinvergüenzas haya pedido perdón por ello.

Nos venden el progreso como algo idílico, donde las niñas no necesitan el permiso de sus padres para abortar, pero no pueden comprar tabaco o beber. En donde la familia ya no es el bien más importante del estado, en donde se depositaba todas las esperanzas de prosperidad. Un lugar, donde la verdad de la mujer, cuenta mucho más, que la verdad de un hombre, pero se le exige mucho más en las pruebas de acceso a los cuerpos del estado a los varones que a las féminas por aquello de la falsa igualdad.

En mi opinión, hemos tenido el peor gobierno, en el peor momento posible, un gobierno totalmente sectario que está mucho más cerca del comunismo criminal que ha liquidado a tantos países prósperos, que de la centralidad que siempre se le ha reconocido. Siento pavor no por mí, sino por mi país. Los socios no le van a vender su apoyo a costa de nada, las exigencias serán mucho mayores que hace 4 años y recordamos que Pedro Sánchez pactará con el diablo si con ello puede seguir haciendo uso del Falcon y amortizar los colchones que compró para instalarse en la Moncloa.