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Psicología
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Cuentos de Hadas
Publicado el 13 de Noviembre de 2008, Jueves

Psicología -

     Los cuentos tradicionales (o cuentos de hadas) han perdurado a lo largo de tantos años, de tantas y diversas culturas y siguen siendo tan maravillosos para los niños y adultos de hoy como para los de antaño. ¿Cual es la razón?. 
 
     Quizá porque a pesar de que enseñan poco sobre las condiciones específicas de la vida actual, hacen referencia a problemas humanos universales: la muerte, el envejecimiento, el deseo de la vida eterna, los límites de nuestra existencia, la envidia, los celos, la competencia y tantos otros. Los cuentos tradicionales hablan de fuertes impulsos inconscientes y lo hacen en un lenguaje que tanto niños como adultos pueden comprender porque es el lenguaje del inconsciente, el lenguaje de los sueños.

     Los cuentos de hadas suelen plantear de un modo breve y conciso alguno o todos  estos problemas existenciales:

1- la necesidad de ser amado.

2- el temor a que se crea que uno es despreciable.

3- el amor a la vida y el miedo a la muerte.

     Muchas historias comienzan con la muerte de la madre o del padre; en esos cuentos la muerte crea angustiosos problemas al igual como ocurre (o se teme que ocurra) en la vida real.

     Otros hablan de un anciano padre que decide que ha llegado el momento en que la nueva generación tome las riendas; este modo breve y conciso le permite al niño atacar los problemas en su forma esencial.

     En los cuentos tradicionales, los personajes son buenos o malos, nunca ambas cosas a la vez como somos los humanos en la vida real; una hermana es honrada y trabajadora mientras que las otras son malvadas y perezosas; una es hermosa y las demás feas; uno  de los padres es bueno y el otro es malvado.  

     Al presentar  caracteres totalmente opuestos, no intentan provocar una conducta adecuada sino ayudar a comprender más fácilmente las diferencias entre ambos (así funciona  la mente del niño, polarizando entre bueno y malo). La ambigüedad sólo se establece cuando ya se ha adquirido una personalidad firme sobre la base de identificaciones positivas.

     El niño no se identifica con el héroe bueno por su bondad sino porque la condición de héroe le atrae muchísimo.

     En cuentos como el "Gato con botas" o "Jack y las habichuelas mágicas" lo que a los niños les interesa no es la bondad o la maldad sino lo ingenioso que resulta el héroe. Después de todo, de qué sirve ser una buena persona si uno se siente tan insignificante que teme no llegar nunca a nada.

     En los cuentos, la moralidad no es ninguna solución, sino más bien la seguridad de que uno es capaz de salir adelante.

     El enfrentarse a la vida con la creencia de que uno puede dominar las dificultades o con el temor a la derrota es un problema existencial de los más importantes. 

 

CÓMO CONTAR CUENTOS DE HADAS

El cuento alimenta la fantasía y la imaginación del niño, pero además le permite experimentar por sí mismo las virtudes ensalzadas por las historias (justicia, valentía, amor...) ya que puede identificarse con los protagonistas en un entorno ficticio que el niño hace a su medida y envuelve de magia y criaturas fantásticas. Es decir, cumple dos funciones importantes: le enseña a vivir en el mundo y a evadirse de él al mismo tiempo, ya que es una válvula de escape frente a las frustraciones de la realidad.

     El niño necesita comprenderse a sí mismo en un mundo complejo que le desconcierta frecuentemente: los cuentos le proporcionan ideas que le ayudan a ordenarlo. En los cuentos, son niños pequeños los que consiguen superar las situaciones más complicadas, vencer los temores más profundos y las angustias existenciales; esto motiva a los niños a superar sus propios miedos y a enfrentarse a situaciones nuevas.

     El cuento no sólo entretiene al niño y fortalece sus vínculos sociales sino que también le ayuda a comprender el mundo, a ubicarse en él y a enfrentarse a sus problemas, enseñándole a diferenciar el bien del mal.

     Los cuentos de hadas tienen un gran significado psicológico para los niños de todas las edades, sin tener en cuenta la edad y el sexo del héroe de la historia; se obtiene un rico significado personal, pues facilitan los cambios en la identificación mientras el niño pasa por distintos problemas, uno después del otro.

¿Cómo leer un cuento?

     Uno de los padres empezará por contar o leer a su hijo un cuento que haya sido importante para él en su infancia. Si el niño no se apega a esta historia, quiere decir que sus motivos o temas no han logrado provocar una respuesta emocional en aquel momento de su vida. Es mejor contarle otra historia la noche siguiente.

     Pronto nos daremos cuenta de que un determinado cuento se ha hecho importante por su inmediata respuesta al mismo, o porque el niño pide que se lo cuenten una y otra vez. Al contar cuentos de hadas lo mejor es tratar de seguir siempre el interés del niño.

     Incluso si uno de los padres adivina por qué su hijo se siente emocionalmente implicado en un determinado cuento, es mejor que lo guarde para sí.

      Las experiencias y reacciones más importantes de un niño pequeño son generalmente inconscientes, y así deberán permanecer hasta que éste alcance una edad madura y una mayor comprensión.

     Es siempre desagradable interpretar los pensamientos inconscientes de una persona y hacer consciente lo que ésta desea mantener en el pre consciente; especialmente cuando se trata de un niño.

     Es tan importante para el bienestar del niño sentir que sus padres comparten sus emociones, disfrutando con el mismo cuento, como la sensación que tiene de que sus padres ignoran sus pensamientos internos hasta el momento en que el niño decide revelarlos.

      Si los padres dan muestras de conocerlos ya, el niño evita hacer a sus padres el regalo más valioso, es decir, evita compartir con ellos lo que hasta entonces fue algo secreto y privado para él; y como los padres son superiores al niño, el dominio de aquéllos parecerá ilimitado y, por lo tanto, abrumador y destructivo, si el pequeño ve que son capaces de leer sus pensamientos secretos y de conocer sus más ocultos sentimientos, antes incluso, de que el mismo niño sea consciente de ellos.

     Si explicamos a un niño por qué un cuento de hadas puede llegar a ser tan fascinante para él, destruimos el encanto de la historia, que depende de la ignorancia del niño respecto a la causa que le hace un cuento agradable.

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