Publicado el 27 de Agosto de 2013, Martes Lourdes Paredes Cuellas
Curiosidades - Trenes, minas y fábricas
Al estabilizarse el frente de guerra en octubre de
1936, se reanudaron los servicios del ferrocarril y comenzaron a circular los
trenes desde Peñarroya con destino a Córdoba y Fuente del Arco, pero con un
tráfico de personas y mercancías muy restringido por falta de material y porque
la mayoría de los trenes eran utilizados para el movimiento de tropas y armas.
La población de Belmez había quedado reducida a apenas
1.500 habitantes y la de Peñarroya-Pueblonuevo a sólo 6.000. Aún así, se
intentaron poner nuevamente en funcionamiento las minas y fábricas que eran
gestionadas por una militarizada S.M.M.P. (hay que advertir que en Puertollano
también siguió trabajando la S.M.M.P., con un funcionamiento más limitado y
bajo dirección francesa), pero la escasez de mano de obra era un grave
problema: en julio de 1936 trabajaban en las minas y fábricas de la comarca
unos 4.100 obreros y tras la ocupación del ejército nacional, el número de
obreros disponibles para el trabajo era sólo de 700 (de 2.150 mineros, sólo
quedaron 106), por lo que se reclutó el mayor número de trabajadores posible,
trayéndolos de provincias limítrofes, arrojando octavillas en la zona
republicana en las que se prometían todo tipo de favores y perdones a los
obreros que desearan regresar y ocupar sus antiguos puestos de trabajo.
Con todo, se logró que en pocos meses
el número de obreros ascendiera a casi 1.800, tratando de facilitar todos los
medios posibles para que la población volviera al trabajo, y uno de los
principales era la puesta en funcionamiento de La Maquinilla con el fin de que
desde Belmez se pudiera ir a trabajar a las minas e industrias de Peñarroya.
Para ello, el 15 de febrero de 1937 el Ayuntamiento de Belmez solicitó a la
S.M.M.P. “que instale medios de comunicación fáciles para que los obreros y
empleados de esta sociedad puedan trasladarse a los lugares de trabajo”. A
esta petición contestó días después el Teniente Coronel Director de la S.M.M.P.
que su intención era la de restablecer totalmente el servicio del ferrocarril
minero, pero que carecían de personal especializado para ello y que además
había que tener en cuenta las restricciones impuestas en el consumo de
carbones.
Ante la
imposibilidad de poner en funcionamiento nuevos trenes con los horarios que se
adaptaran a los turnos de trabajo, la solución propuesta desde Belmez fue la de
instar al referido Teniente Coronel a que procurara acoplar en un mismo relevo
a todos los trabajadores que eran vecinos de este pueblo, para que pudieran ir
y regresar en un mismo tren, con el consiguiente ahorro de personal y de
combustible, y a aquellos que por el servicio que prestaban no pudieran ser
acoplados en dicho tren, se les facilitara el traslado por medio de un
autocamión.
Llegado el
verano el problema aún no estaba solucionado, por lo que la mayoría de los
obreros de Belmez que se empleaban en Peñarroya hacían el trayecto andando, por
no establecer la compañía ningún tren que se ajustara al horario de los relevos
de trabajo. Nombrada una comisión que estudiara el problema, se resolvió a
finales de agosto en el sentido de intentar ajustar los horarios de los trenes
para que pudieran transportar al mismo tiempo a los trabajadores de las
industrias y a los de las minas, sin que ni unos ni otros tuvieran largos
tiempos de espera antes o después de sus correspondientes relevos. Con todo ello se consiguió
que las más importantes minas siguieran funcionando, así como la fundición de
plomo, la central eléctrica, los Talleres Generales y las fábricas de productos
químicos, y se pusieron nuevamente en funcionamiento la fábrica de zinc (cerrada
desde marzo de 1933) y la de óleum (cerrada en septiembre de 1931) siendo ésta
de suma importancia para la fabricación de explosivos, por ser la única de este
tipo que existía bajo el control del ejército nacional.
Lógicamente, el funcionamiento de todos estos centros
fue bastante irregular y se veía continuamente alterado por la falta de mano de
obra especializada y las vicisitudes de la guerra. A modo de ejemplo, en abril
de 1937 fueron bombardeadas las fábricas de municiones de Peñarroya y en agosto
de 1938 un bombardeo de la aviación republicana destruyó la central eléctrica,
lo que paralizo durante casi un mes la mayoría de las fábricas y provocó el
apagado de los hornos de coke. Por otro lado, en octubre de ese mismo año el
ejército nacional envió un “Batallón de Mineros”, formado por 400 prisioneros,
con lo que el número de trabajadores de la S.M.M.P. militarizada se elevó a
2.174, incrementando notablemente la producción.
Del
funcionamiento de estas minas e industrias hay que destacar dos aspectos
referidos al ferrocarril: los trabajos de mantenimiento del material realizados
en los Talleres Generales y la utilización de La Maquinilla para el transporte
de mercancías entre todos los centros.
En cuanto a los Talleres
Generales, además de su uso como la fábrica de armas y municiones, se
convirtieron en el centro neurálgico para el mantenimiento de todo tipo de
vehículos militares utilizados en el frente, encargándose de efectuar las
necesarias reparaciones en los automóviles y camiones del ejército, así como en
locomotoras y vagones. Sólo entre octubre de 1936 y septiembre de 1937 fueron
reparados 1.541 automóviles, 172 locomotoras y 89 vagones de ferrocarril. Y referido a su uso durante
la guerra, lo más acertado es remitirse a la comunicación presentada por el Cronista Oficial de Peñarroya-Pueblonuevo Jerónimo López Mohedano a la XXX Reunión Anual de
Cronistas Cordobeses referida a este ramal minero, donde recoge que:
Rafael Soto Fernández,
fogonero en 1.936, recordaba a sus 87 años, que a medianoche del 11 al 12 de
octubre, en la víspera de la toma de Peñarroya-Pueblonuevo por las fuerzas
nacionalistas, fueron a su casa compañeros del sindicato que trabajaban como él
en el Ramal Minero, Ramal que había
permanecido paralizado desde el 18 de julio tras la declaración de la huelga
general, ya que durante estos meses no había habido producción carbonífera y en
las minas solo se había realizado las mínimas y necesarias labores de
mantenimiento como para poder volver a poner en servicio las explotaciones en
cuanto fuera necesario. Los trabajadores del Ramal se habían limitado a
realizar pequeñas reparaciones y trabajos en el mismo sentido, pero aquella
noche iban a sabotear las locomotoras e instalaciones:
«Nos llevamos la nº 8, la "Santa Rosa" y la nº 10, la "San
Rafael" y otra más que no recuerdo. Las demás procedimos a desarmarlas,
pues algunos creían que pronto recuperaríamos el pueblo y otros porque pensaban
que los que venían no iban a ser capaces de arreglarlas. En la cochera de La
Montera estaban la nº 9, la "Porvenir", y la desarmamos, pues
creíamos que era la más difícil de reconstruir para ellos. Unas piezas vitales
que se llaman los sectores, las enterramos para que no los encontraran, así
como ruedas y otros elementos. Otra de las yanquis, tras desarmarla, la
enterramos debajo de unos enormes montones de madera al pie de los Talleres que
había en el Cerco, cerca de La Montera y, creo recordar que la
"Marta" y otras se quedaron en El Porvenir o por ahí y por eso no nos
las llevamos, pero esto no lo sé cierto».
Y acababa el Cronista diciendo:
Algunas de las locomotoras del Ramal Minero se habían empleado en las
labores de evacuación, siendo enviadas a
Puertollano, vía a Almorchón, hasta donde arrastraron vagones del mismo
Ramal, y de MZA o Andaluces, llenos de fugitivos, ya que la Empresa de
Peñarroya había manifestado siempre un lógico interés en mantenerlas bajo su
control en aquella cuenca manchega.
Ocupada la cuenca minera por
los sublevados, se iniciaron las labores de puesta en servicio de las
instalaciones minero-industriales, colocadas bajo control directo de Jefes e
Ingenieros españoles tras la expulsión mayoritaria del personal francés, procediéndose
a su militarización. Se consiguió encontrar
las piezas de las locomotoras saboteadas y reparar la nº 6, la “Vega”,
que durante más de un lustro, exhibió en los costados de su ténder la leyenda
propagandística: “Lo que los rojos destruyen, la Falange reconstruye”.
Referido al
importante papel que tuvo La Maquinilla como nexo de unión entre minas e
industrias de Belmez y Peñarroya, baste también este dato: entre octubre de
1936 y marzo de 1939 se facturaron en este ramal 13.275 vagones cargados de
mercancías diversas y 10.647 vagones de carbón, lo que supuso un total de
218.513 toneladas transportadas, de las cuales 32.385 lo fueron directamente
para el ejército nacional.
Sabiendo el ejército republicano la importancia que La
Maquinilla tenía para la producción minera e industrial, trataron de boicotear
el ramal en multitud de ocasiones, hasta el punto de que la S.M.M.P., en su
informe de octubre de 1937, indicaba que a lo largo de sus 14 kilómetros habían
impactado en un año 350 proyectiles de artillería y siete bombas de aviación. Continuará...
FUENTE: La Maquinilla. Asociación para una Vía Verde en el Guadiato
http://lamaquinilla.blogspot.com.es/
|
 Reparación de tanques en las instalaciones de la S.M.M.P. Curiosidades : Últimas noticias CHATARRAS RAID 2024 CordoClicks presenta en Peñarroya-Pueblonuevo la nueva figura de su colección que representa a un minero del Guadiato El “SÚPER APERITIVO”, que pudimos degustar en el Bar de la “Peña Flamenca La Minera” |