Lourdes Paredes Cuellas

Peñarroya-Pueblonuevo - Sociedad -

Si el agradecimiento tuviese forma física coincidiría con este escrito.

         Somos la familia de Esmeralda Sánchez Martín y dirigimos estas palabras a la directora de la Residencia Santa Bárbara para que en nuestro nombre haga llegar a cada persona que aquí trabaja y a ella misma nuestra GRATITUD, en mayúscula.

         La habéis cuidado y reconfortado cada día que ha pasado a vuestro lado a lo largo de esta tremenda enfermedad. Vuestro papel ha sido tan importante como el de la familia que ha estado a su lado para que no perdiera sus referentes y evitar que llegara al más terrible de los desconocimientos, que es el que uno tiene de sí mismo. Y juntos lo hemos conseguido; nos ha reconocido a todos y cada uno de los que veía frecuentemente y que le hemos proporcionado ese marco de seguridad vital.

         Poco, poquísimo puede hacer la medicina para evitar el desarrollo y la evolución tan temido como incontrolado de esta enfermedad. Sólo puede paliar los síntomas y amortiguar las reacciones cuando la naturaleza lo permite. Convencidísimos, decimos, que es la única enfermedad en la que la ciencia ocupa un lugar subsidiario ante las personas y que el papel clave lo tienen las personas que rodean al enfermo y que le sirven de espejo para el reconocimiento personal y social que le niega su propia mente que tan cruelmente lo instala en un universo paralelo y particular.

         Por estas razones, sus familiares cercanos que hemos estado cada día a su lado, perpetuamos por escrito para que perdure para siempre nuestro AGRADECIMIENTO, en mayúsculas, a todo el personal de LA RESIDENCIA DE MAYORES SANTA BÁRBARA, que habéis conseguido con vuestros cuidados DIGNIFICAR la enfermedad de nuestra madre y su proceso de deterioro físico y mental. Y no sólo nos referimos al aspecto material, que algún exigente podría calificar como cumplimiento del trabajo. Nosotros queremos distinguir entre el trabajo y el trabajo bien hecho y es aquí donde os encuadramos a todo el personal de la Residencia: Una dirección cercana, accesible y bien planificada; unos servicios de limpieza y lavandería inmejorables; una alimentación adecuadísima y adaptada a sus necesidades; un servicio de enfermería intachable; una recepción llena de calidez y buenas maneras; los servicios de mantenimiento siempre pendientes de cualquier problema y como no, cada auxiliar, sin exclusión alguna, llenas de buena disposición y a quienes hemos valorado el beso y la caricia que le damos a nuestra madre tanto o más que el cambio de pañal que necesitaba en su momento. Y a esto nos referimos con “el trabajo bien hecho”.

         No nombramos a nadie para no olvidar injustamente algún nombre o alguna referencia. Va por cada persona que aquí presta sus servicios.

        Ayudáis a vivir dignamente y a morir dignamente. Os aseguro que seréis recompensados. Mi madre desde el cielo, porque no puede estar en otro lugar, está ratificando cada una de nuestras palabras y agradeciendo cada cuidado, cada visita, cada ratito que se le ha dedicado. Ella era así: práctica, comprometida, generosa y agradecida. No quería misticismo, ni falsas muestras de condolencia que sirvieran para lavados de imagen ante los demás o compra de tranquilidad de conciencia en quienes se portaron mal con ella.  No quería falsedades ni fariseísmos, ¡qué va!. Diría que eso es vender humo y hacer el mundo embustero, frases muy suyas. Era una mujer de mucha implicación personal en todo lo que hacía y por eso, desde arriba, está eternamente agradecida a quienes os habéis comportado como a ella le gustaba hacerlo. Y aquí os incluímos  llenos de emoción.

         Por último queremos destacar que vuestro trabajo y organización ha facilitado también que todas las familias de los residentes nos convirtamos en una gran familia. No hay individualidades. Hay una gran familia de afecto, que es la verdaderamente importante porque es la que ha estado ahí. Se han preocupado por el estado de salud de mi madre de una manera excepcional; la han visitado cada día; nos han mostrado su apoyo; nos han acompañado en los momentos más duros y entre todos habéis conseguido que mi madre “muera en su casa”.

         Eternamente agradecidos. Abrazos miles.

         Otilio Chacón Martín               Javier Chacón Sánchez            Lidia Chacón Sánchez