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“EL LUGAR INUSITADO QUE SÓLO CONOCEMOS”

Antes de que cierres los ojos y te quedes dormida, déjame que entre por última vez en tus sueños, súbete a mi espalda, acomódate lo mejor que puedas, no te lleves nada en tu maleta de equipaje, agárrate fuerte, siente los latidos de tu corazón como fluyen en el aire, marca los tiempos que te indiquen tus instintos y aprisiona tus brazos en mi cuello mientras viajas a un sitio remoto en el mundo que visitarás por primera y última vez conmigo porque una vez allí me quedaré para siempre para que cuando tu vuelvas abrir tus ojos y despiertes del sueño, te quedes con las ganas de volver a visitarlo y verme de nuevo. No te asustes si cuando vamos llegando tu reloj va desapareciendo, allí no existen las horas, ni te vayas a ruborizar cuando vallamos perdiendo la ropa y nos quedemos desnudos, nadie nos va a mirar, es un paraíso reservado solo para dos personas, para dos cuerpos, es una tierra virgen por descubrir, donde tampoco da cabida a pronunciar la palabra miedo, sino a deletrear las diversas maneras de pedirnos ayuda, allá el lenguaje que se habla están pronunciadas en pretérito perfecto sin adjetivos calificativos por el orden imperativo que las marcan el sujeto y el predicado más el soneto que le añade tu transparente mirada sin paréntesis a los lados,- los amaneceres son sobrios y con brío, pero sus mejores vistas se pueden percibir de noche, con la oscuridad de transmisor de la señal que le da la luna llena y el cielo plagado de energía sideral que le da brillo a la zona cuando se va acercando el crespúsculo del alba sin antes ver catalogado la aurora boreal que nos rodea y viste de verde la palaciega estampa ,- ya estoy encontrándome a gusto en este precioso parador, no hemos hecho nada más que llegar y pisar nuestros pies en tierra fértil, me encanta verte correr despavorida sin mirar hacia atrás en busca de lanzarte hacía lo desconocido de ese mar que te espera como aquel niño del colegio detrás de la puerta de clase con las mejillas rojizas de la vergüenza que está pasando al rencontrarse otro día más con la chica que le gusta, pero por timidez espera que sea ella la que se dé cuenta que la quiere, decepcionarse tras sonar el timbre de vuelta a casa y pensar que algún día podrá soñar con alcanzar la playa.

El fuego está encendido siéntate y refúgiate en él, mientras voy al bosque encantado donde da frutos sus innumerables árboles con exquisitos manjares de distintas y sabrosas frutas, engullidas por el mar donde nacen los pescados más frescos y crujientes si lo pones pinchado en un palo mientras coge su textura con el ardor de la hoguera,- ya está la mesa puesta y los alimentos recolectados preparados listos para degustar, he creado para vos esté collar de piedras preciosas recogidas de la orilla del mar atado a una cuerda fina extraída de la rama de un cocotero donde silban con sus alegres sinfonías los pájaros exóticos que le dan colorido sus plumajes a la banda sonora que les ponen a la cita que tenemos ahora mismo tu y yo, sin mesa reservada, ni trajes a medidas y corsés inaguantables que soporten tu frágil cuerpo,- estás entrando en calor a medida que la lumbre va creciendo y los moluscos hacen del mejor estimulador para nuestros huesos, tu corazón se va acelerando cuando paso mis labios por detrás de tu oreja derecha y se detiene en tu pendiente, lo absorbe, lo expulsa a la arena y mis dientes te lo cambia por otro de perla recién sacado de lo más profundo de sus evaporadas aguas saladas,- la madrugada nos acecha cada vez más a que nuestras siluetas se levanten de la mesa imaginaria de madera de cañas, empiecen a juntarse cada vez más y más, a ritmo lento, con tacto, la precisión las ponen nuestras manos al entrelazarse entre ellas, nos miramos frente a frente, tu inicias el primer compás con tu píe izquierdo y yo te sigo con el píe derecho el mismo acorde, afinamos los instrumentos acompañados de los brazos sutilmente sujetados entre ambos, a solo de saxofón nuestras caderas se mueven a rugido de las olas, mientras va entrando poco a poco sin querer darnos cuenta el repertorio que nos regala las yemas de los dedos cada vez que tocamos las partes de nuestra anatomía, – nos vamos saliendo del guión marcado por la secuencia y somos cada vez más naturales, sacamos nuestro lado más salvaje, nos encontramos en nuestro hábitat, la excitación cobra mayor fuerza, la estirpe de la bandera que nos representa es la pasión que le acreditamos a los besos que brindamos a nuestras bocas, pidiendo pausa una vez mezcladas.

La fiesta no ha hecho nada más que comenzar, la iniciativa ya estaba resuelta, ahora habría que adaptarse al decorado y culminar el desenlace con un final sello de autor- tus ojos brillan como dos esmeraldas, tu nariz suaviza mi mejilla cada vez que la deslizo, tu cuello me embriaga de lujuria al oler el perfume que llevas puesto, huele a tierra mojada con gotas de agua de hierbas recién cortadas,- suben las temperaturas de nuestras pieles, los sudores se hacen presos de la emoción del acto, acalorados dejamos a un lado las preliminares y pasamos a la siguiente ronda, no hay previa, sino amor sin censura, entregas sin cargos, sin beneficiarios nada más que nosotros,- vas quedándote con todas estas imágenes en tu retina, detecto que te hayas a gusto en este escenario, con todos sus recovecos y comodidades hechos a tu medida, como este vestido realizado con mis manos extraídos a partir de hojas de  bambú,  te obsequio para comprobar cómo te sienta en tu inacabable figura,- como hemos podido comprobar las estrellas no nos han dado tregua en toda la noche, acabaste sin el vestido puesto, tirado en la arena junto a la orilla con su vaivén de olas que cada vez que se arrima a ella lo acaba embistiendo de agua renovada, despertaste entre mis brazos mientras yo te sostenía sin dormir en todo tu sueño, velaba por salvaguardar el secreto que esconde tu cara cuando estas dormida, – te levantaste y te miraste de arriba abajo, después me pasaste tu mano sobre mi mentol, detuviste tu boca sobre la mía y quisiste entrar sin pedir permiso en la casa de mis emociones, donde no hay ni limites, ni fronteras para poder acceder a ellas, solo con besar mis labios se abren sus barreras, sin pedir papeles en reglas, ni pasaportes, tampoco hace llamar dos veces a su timbre para poder pasar,- no sabíamos nada de la noche anterior, quisimos acordarnos, pero no hayamos respuestas a nuestras inquietudes, fuiste incisiva al interrogarme si en este lugar no había coches para poder pasearte, ni casas para poder vivir cómodamente, te lleve de la mano al instante de tu pregunta a lo más alto de la montaña, desde allí se podía sacar todas las conclusiones a tus cuestiones, el viento hacía de negociador entre nuestros cueros cabelludos, el sol que nacía era el mejor sombreado que podías llevar en tu semblante, las rocas calizas se protegían debajo de la violencia a las que les sometía la marea, las incógnitas se iban despejando al ver como una banda de pájaros pasaban por encima de nuestras cabezas, el graznido de un ave rapaz torpe decía nuestro efusivo abrazo sellado con un remitente intercambio de salivas, el cielo de repente se fue entristeciendo, los rayos dieron preludio a la tormenta, nos daba igual mojarnos, estábamos en la intemperie, en el pico más alto de la tierra prometida, por eso te miré de reojo y vi que gozabas mojada, entonces me persuadiste y me quitaste el miedo a mojarme- jugueteamos a hacernos cosquillas y al finalizar rebozándonos por la tierra, bocarriba observamos cómo había pasado la tormenta mientras se posaba ante nosotros un arcoíris, me diste la mano, yo te ofrecí la mía, volamos hasta aterrizar en la latitud de la sombra de las palmeras que protegían al salitre de la playa,- precisamente ahora que estamos con los píes en la tierra, te expuse porque en este bendito lugar de peregrinación no hace falta vehículos de altas gamas, ni mucho menos casas en forma de castillos palaciegos para princesas de primera clase, -tomaste posición defensiva, puse mi dedo índice en tu boca, me permitiste orar en mi prosa, le di al “pause” del ciclo de la vida, el tiempo se detuvo por unos instantes, la luz de la atalaya le ganó la partida a la opacidad de la noche, empezaste a temblar, calmé tus escalofríos con mi exposición de los cuadros dibujados hasta el momento plasmados por nosotros con las mejores imágenes vividas, cerraste los ojos un par de minutos , tú me pedías más explicaciones de la auditoria, no me quedaba otra opción para ser más sincero, abriste de nuevo los ojos y no me viste, me buscabas por todos lados, pero no podías pronunciar mi nombre porque no me podías visualizar.

A los cinco minutos de mi ausencia, me hice notar con un mensaje que provenía de la luna, colgado de ella me percataste como una minúscula hormiga, todas mis cuerdas vocales estaban aliviadas, me podías oír perfectamente desde la lejanía, tu eco de voz también me llegaba, ahora le di de nuevo al “play” del ciclo de la vida, todo empezó a funcionar de nuevo, menos yo, al no poder contestarte, tú enfurecida, gritabas y no parabas de sollozar, para ti no había consuelo alguno, más cuando miraste hacía la luna y esa diminuta sombra negra no se veía posar sobre ella, creías que me había caído y ya no me volverías a ver más, pediste al cielo que podías hacer para que recobrase vida en tu memoria, alguien expresó desde sus más ínfimos escalones del firmamento, -qué tu eres la bujía que haces poner en marcha el coche que haces circular la vida de esa persona y la haces alojar en el mejor paradero que pueda haber en lo terrenal, – volviste tu mirada hacia atrás arrastrada por un soplo de aire renovado que atraía hacía tus resquicios dermatológicos un invisible ser inerte, que con la proximidad de sus pasos, hasta arrimarse hacía tú de paradero, resultaba muy familiar para ti, más como iba creciendo tu sonrisa, al ver que ese ser inerte era yo, nuestros esqueletos se impulsaron hacía la misma dirección, dándose un sprint final hasta concluir en un abrazo febril, – ya no había que explicarte nada más que ya no pudieses comprender, que en esta zona empezar de cero es un privilegio, lo primitivo un halago, las lluvias tropicales un agasajo, lo censurable una quimera, la simbiosis sus señas de identidad, las buenas voluntades su pan nuestro de cada día, lo oculto su religiosidad para todos los agnósticos, listo para todo mestizaje, no prohíbe que nadie pueda beber de sus manantiales, dándole igual el origen del sediento que busque calmar su sed, desconoce cuál es su patria, ni la quiere jamás saber, no tiene límites, ni fronteras, la única línea que la separa es cuando sus escasísimos milímetros la dispersa de nuestras bocas,- llegados a este fin de trayecto es hora que vuelvas a la tierra, es demasiado tarde, tus padres estarán velando hasta que te vean atravesar la cancela de tu casa, vuelve a tu mundo, a coger al día siguiente de nuevo los libros de la facultad, relacionarte con tus amigas, quedar con ellas vía “whatsapp” los jueves por las noches, arreglarte con tus mejores pinturas de guerras, desatarte los fines de semanas, estresarte los domingos por las noches al deshacer el equipaje en el piso de alquiler compartido con tus inquilinas compañeras, acordarte que te toca a ti hacer las tareas domésticas esa semana, cumplir el sábado siguiente veinte primaveras y cada vez que quieras cerrar los ojos al dormirte, imaginar que hay un lugar inusitado, únicamente habitado por una persona que conoces perfectamente, como exclusivamente sabes toda su historia y entresijos de ese misterioso fortín, dispuesto acogerte cuando lo reclames en tus pesadillas, que te lleve allí,- vuélvete a cambiar de posición en la cama y reconduce tu descanso, no temas por mi integridad, veo todo lo que haces, te protejo todas las horas del día, soy para ti el escudo humano más férreo que puedas tener,- sólo me queda acariciarte desde la inmensidad, desearte buenas noches y despedirme con la voz entrecortada y dos gotas de lágrimas balanceándose sobre mi lagrimal esperando que algún día lo visites, el lugar y él no te olvidan,-esperan que traigas aquello que ellos no tienen, el vaso que tu sólo puedes llenar, el baile que espera tus pasos, la hoguera que necesita tu leña para que pueda arder, la tormenta perfecta que sostiene tu gestualidad en besarme, la forma que tienes de llamar la atención de los pájaros,- aquí estoy varado hasta que tu regreses y le dé a los plomos que están a media asta, bajados hasta que le pulses hacía arriba y el escenario vuelva a lucir sus mejores brillos, el sol aparezca, la cima espíe tu escalada, el mar te rinda tributo y yo vuelva a estar “formateado” y “reiniciado” por tus arrumacos. Cierra los ojos y cuando los vuelvas abrir, todo fue un sueño pasajero, con retorno.

Posdata: “Todos guardamos un escondite en nuestros sueños de alcoba” (SERGIO DELGADO CINTAS).

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