EL DIVÁN 1.0
Me encojo de hombros, y me digo, ¿Es cierto lo que estoy pasando y viviendo?. Quizá en estos días en lo que llevo viviendo y recordando fantasmas del pasado, me ha hecho más fuerte. Estaba acostumbrado a ser el epicentro donde pasaba todo alrededor de mi persona hasta hace bien poco, es decir, no más de tres años. Pasó mi madre a ser la prioridad, desechando jugosas y enriquecedoras oportunidades para mí vida laboral y personal, pero pensé, que ahora no es el momento para abandonar el barco, porque en el sitio donde me encuentro ahora mismo con ella, no me abandonó hace más de once años. Cuento los días para que esta pesadilla acabe y salga mi madre de algún modo viva y sana, pero hay que acostumbrarse a perder, y de eso llevo muchos años entrenando mi cerebro para que sufra lo más mínimo y el llorar y el lamentarse no sirve para nada, y como dice el refrán: «Al mal tiempo, buena cara». Todos tenemos nuestra cruz, y no seré el único que tenga dicha cruz, como así de mis responsabilidades, ya me avisó hace meses la vida, que me vaya asimilando a una pérdida tan especial para mí, por eso nunca la dejaré abandonada y sola a mi madre, hasta que el tiempo y la vida diga se acabó.
He dilapidado tantas vidas, que no me daba cuenta, que en estos últimos más de tres años se detuvo la vida para mí y pasé a ese segundo plano y escenarios de terceras, y pasar de actor principal, a ser sólo un actor de campo. Los espectadores que contemplan la vida y piensan en ellos mismos, y las que no aportan nada a esos seres queridos que se dejó la vida por ellos, ya se darán cuenta más adelante lo que ha significado para ellos ese ser querido. Lamentablemente y aunque me cueste decirlo, vivimos en el egoísmo y la falsedad, nadie quiere cargos ni responsabilidades, solo piensan en recibir, y cuando necesitas su apoyo, salen los primeros del barco huyendo como las ratas, cuando ven que el barco se está hundiendo. La felicidad no es solo el dinero, hay otras cosas más importantes como la salud y el amor, y en esas dos últimos valores, vivo instalado desde hace mucho tiempo.
El tiempo lo cura todo, pero habrá heridas que aunque cicatricen, estarán ahí con ese tatuaje interno, para ver que esas heridas de guerra, te han marcado para toda la vida. Y, como dice el lenguaje chabón argentino: ¡Aguante Argentina, la concha de su madre! Al cuál la pasó al plano familiar: «Aguante Mamá, Hazlo por mí».
Posdata: «Muchas maravillas hay en el universo; pero la obra maestra de la creación es el corazón materno» (Ernest Bersot).