Al más estilo del “truco final “y por arte de prestidigitación, un hombre llega a un país, pasa sus controles de seguridad, entra con sus credenciales, recorre las ciudades de la ciudad, da un mitin y se esfuma. Propio del caballero ladrón, Arsene Lupin, pero en el caso que nos ocupa ni es caballero ni ladrón, pero si un desertor, con delitos de sedición y sobre todo el de reírse de todo una Estado y ese es el español.
Si un huido de la justicia, entra en el país y si no denomina Carlos Puigdemont, es apresado y ajusticiado, pero aquí ha habido muchas vistas a un lado y no tan sólo de algún mosso de escuadra que los cogen de cabeza de turco, sino todos y cada uno de los estamentos, que llegan hasta Marlaska, sin olvidar que el gestor último es el presidente del Gobierno.
Este proceso lleno de extrañas irregularidades, hacen que el reflejo proyectado internacionalmente sea el mismo de un circo. Todo está situación de afincarnos a un sillón con infinitas concesiones a los que dan el apoyo, no hace otra cosa que marcar el camino de la desigualdad ante la ley, en todas sus vertientes, ya fuera económica o judicial.
La situación que vive nuestro país es un esperpento, que, con concesiones y entregas a crédito, todas ellas son el fruto de una política de vaivenes, una política que se basa en falta de propuestas y sobre todo realizar todo lo contrario que promulgaban en su programa político, pero claro ya sabemos que es esto, que son palabras al viento.
Nuestro país, es un país serio, la imagen internacional está muy mermada, todo ello lleva a inestabilidad política y económica, que eso se refiere a todos los españoles a su día a día, este país necesita muchos cambios, porque sino el camino nos lleva al precipicio.
