El tiempo es fiel testigo de las oportunidades que nos propone el día a día. Resulta sencillo imaginar que lo hemos aprovechado a tope.
El tiempo no busca traidores ni tampoco vencidos, sólo busca esa línea indivisible donde se haya y se realiza el todo, el nada nunca existe.
En esa inexistencia y en esa sustancia subterránea donde todo fluye y emerge la esperanza, es donde las cosas sencillas e insignificantes toman sentido.
No poder contemplar una vida sin oportunidades ni esperanza es una ardua tarea más que meramente complicada.
En las batallas de las ideas están los grandes dialécticos, aquellos que nos deben de seguir de ejemplo para llevar una vida sin mordazas y sin expresión de opinión.
Hace meses contemplé que el tiempo pasaba demasiado deprisa, y que para algunos y algunas tocaban a su fin.
Por ello, hay que saborear los buenos momentos porque los malos momentos vienen solo.
Y entre tanto tiempo no aprovechado, llega el momento de rendirle cuenta al tiempo, y como todo es sabido, el tiempo pasa factura y es benevolente con aquellas personas que no han sido felices, que no han aprovechado su momento.
Y ahí entonces somos esclavos de nuestros actos que no han sido llevado a cabo para disfrutar de nuestra existencia.
Será demasiado tarde y veremos pues las llaves de San Pedro.
Disfruta el momento.
CARPE DIEM
P.d.: «Disfruta hoy de la vida; el ayer ya se ha ido y el mañana puede que nunca llegue» (ANÓNIMO).
