Cuando llueve, porque llueve; cuando no llueve, porque no llueve. Sabio es el refranero popular cuando afirma que “nunca llueve a gusto de todos”. El caso es que el agua es un problema desde antiguo en la España del sur y Levante. Se han construido, para solucionarlo, infinidad de embalses desde que Miguel Primo de Rivera (regeneracionista y -desafortunadamente- dictador) crease el sistema de confederaciones hidrográficas y se tomara la cuestión del agua en serio por primera vez. Durante el franquismo se incrementó considerablemente la capacidad. Además, sin ir más lejos, en 47 años de democracia se duplicó el número de embalses construidos.
Pero sigue faltando agua
Dicho lo anterior, voy a centrarme en el caso del Guadiato. Para ser un sencillo afluente del Guadalquivir cuenta con cuatro embalses de cierta relevancia en su cuenca: Sierra Boyera, Puente Nuevo, Guadanuño y La Breña II. Es uno de los ríos más embalsados de España para su caudal y longitud. Dos grandes embalses se llevan la palma: Puente Nuevo (con casi 300 hectómetros cúbicos) y la Breña II (con algo más de 800 hectómetros cúbicos). Pero afinemos aún más la puntería, vamos a ver qué pasa con Puente Nuevo.
Es una infraestructura con grandes posibilidades, pero infrautilizada para las necesidades del Guadiato y los Pedroches, el Norte de Córdoba, para simplificar. A nivel de riegos, no se usa, su agua para riego va al Valle, a La Breña II. Luego, de olivar de regadío en zona de montaña que aumente y asegure la producción, nos olvidamos. Pero el caso en que en la Subbética se hace.
Para consumo humano, hasta donde me consta, sólo es empleado por Villaviciosa de Córdoba, pero con su capacidad es capaz de dar de beber a los -aproximadamente- 80.000 habitantes de todo el Norte de Córdoba durante casi una década, que se dice pronto. Además, la conexión a Sierra Boyera no es compleja si tenemos en cuenta que las conducciones de agua pueden aprovechar sin mucho problema la línea de Almorchón, es decir, la zona inmediatamente aledaña a las vías que es dominio de Adif, que presenta un desnivel mínimo, con lo que el bombeo es más sencillo y, desde luego, factible. No sólo eso, lo que acabo de plantear es una vieja reivindicación del Alto Guadiato y los Pedroches.
Pero hay más. Electricidad. Existen varios proyectos por parte de EDP, Magtel y ENCE que plantean la instalación de una planta fotovoltaica en el embalse (EDP), un sistema de bombeo y turbina hidráulica (Magtel) y de uso de biomasa como combustible en la propia Central (ENCE). Pero puede haber un uso más, aparte del proyecto de refino de cobre aprovechando la electricidad generada: hidrógeno verde. Para producirlo hacen falta dos cosas: agua dulce y electricidad. Ambas las habría, de cumplirse lo proyectado, lo que quedaría sería la planta de electrolizadores y la reconversión del grupo principal de Puente Nuevo a la quema de hidrógeno. Energía en abundancia y sostenible sin interrupciones a lo largo del año, energía que hará falta si al final van cuajando los proyectos de expansión minera en el Norte de Córdoba. Todo ello, además, podría crear numerosos puestos de trabajo en la zona y, tal vez, sólo tal vez, la recuperación de una demografía en caída libre que va transformado el Norte cordobés en una parte más de la España vaciada.
Si por los lugareños fuera, todo este potencial se podría explotar, pero no depende de ellos. Depende de multinacionales, administraciones y demás. Puente Nuevo es un salvavidas, una joya en bruto que parece que, nadie, absolutamente nadie con la capacidad de hacerlo, quiere aprovechar.
Da rabia, dan ganas de llorar.