Alarma y consternación cada vez que en los medios se habla de natalidad y fertilidad en España. Qué se puede esperar. Si quieres vender noticias, tienes que poner a la gente de los nervios sin entrar en detalles. El negocio es el negocio, la emoción antes que la reflexión.
Pero un dato se les escapa, hay un dato que te dejan caer: la natalidad ha subido por primera vez en diez años y ha sido gracias a las madres de cuarenta años o más, las que están en la cuarentena.
Lo gracioso es que hay gente que todavía se preguntará por qué. Entre quienes se lo preguntan, hay respuestas para todo: que si la gente no quiere responsabilidades, que en mis tiempos no nos lo pensábamos tanto… Ya, ya.
La realidad tal vez sea más cruda. Estas cuarentonas, en su mayoría, no han sido madres antes o no han decidido tener más hijos antes porque, sencillamente, no se podía. No, no se podía, teníamos la Gran Recesión encima, ha sido la generación nacida entre 1975 y 1985 la sacrificada en el altar de la codicia del sistema, la que no tuvo ni empleo ni expectativas de vivienda y familia cuando, entre la parte final de su veintena y en su treintena, deberían haber podido traer hijos al mundo. Sí, hemos pagado los platos rotos del “España va bien” y del “España está en la Champions League de la economía”. No, no se me olvidan las declaraciones triunfalistas de Aznar y Zapatero en la España de los 2000, la de los contratos basura, los mileuristas, el trabajo en negro y el crecimiento a base de crédito y ladrillo mientras se incubaba el monstruo de la recesión de diez años y del 25% de paro (que afectó sobremanera a la gente que estaba entre los veinte y los treinta y cinco años).
Aun así se aguantó como se pudo, con sus sueños rotos todos, en silencio unos, con emigración otros y protestando abiertamente los menos. ¿Y se extrañan porque no hayamos tenido hijos antes? Pues que me expliquen quién rayos les iba a dar de comer si venían al mundo, a ver si pueden. Por tanto, olé por esas madres en la cuarentena que, junto a sus parejas, después de chuparse la peor crisis de los últimos noventa años, van a sacar adelante una nueva generación mientras ellos y ellas se cargan a sus espaldas -al mismo tiempo- cuidar de la generación que se va marchando.