Todo parece indicar que estamos en la última fase del conflicto palestino Han pasado ya muchos meses desde aquel 7 de Octubre del 23, día fatídico en el que el horror más salvaje se instaló en territorio gazatí. La desproporción de la respuesta es tal que sólo cabe establecer la comparación con aquella otra Solución Final que llevó a cabo el nazismo precisamente contra ellos, los judíos pero también contra los rojos, gitanos, homosexuales, discapacitados y otras minorías señaladas por ser diferentes. La desproporción es tal – repito- entre el criminal acto de hamás y las operaciones de exterminio que estamos presenciando que los más atrevidos piensan que las autoridades israelíes vieron en los terribles y sangrientos atentados realizados por Hamas una ventana de oportunidad que les permitiría alcanzar el sueño del establecimiento de un estado judío sobre la Palestina histórica. El ojo por ojo ha funcionado y de qué manera.
Los países europeos y buena parte del mundo occidental siempre hemos actuado con Israel como si de un niño mimado y malcriado se tratara, le hemos consentido a Israel todo; incumplió todas y cada una de las resoluciones de la ONU para abandonar los territorios ocupados de Palestina. Y este niño malcriado se ha terminado por convertir en un monstruo, en palabras de la profesora Ferrero-Turrión. ¿Por qué ahora el monstruo va a hacer caso de las llamadas al orden, justo ahora que el orden internacional parece secuestrado por cuatreros y forajidos caprichosos que precisamente usan el miedo y la fuerza para someter a los demás, sin complejos ni maquillajes, por qué? Ahora parece difícil frenar en seco las acciones del niño malcriado, difícil parar esta monstruosa locura de pretender aniquilar a todo un pueblo simplemente porque se creen los elegidos por Yahvé para ocupar esas tierras.
A lo largo de estos casi 80 años de existencia, Israel ha conseguido construir un complejo militar-industrial-tecnológico-de espionaje y de comunicación absolutamente puntero que se ha hecho imprescindible para la mayor parte de sus socios y aliados occidentales, donde estamos nosotros. Ese entramado económico-comercial que ha construido ha sido posible, por supuesto, gracias al apoyo incondicional de las antiguas fuerzas coloniales europeas, así como de su aliado incondicional, los EEUU. Un vínculo casi indestructible, gracias a la industria armamentística más sofisticada- incluida la bomba atómica- del que es difícil escapar porque nos tiene cogidos por salva sea la parte.
Y lo peor es que esta incapacidad nuestra, la de los europeos y la de buena parte del mundo occidental para pararlos, puede terminar poniendo en tela de juicio unos principios que decimos defender a toda costa como son la Paz, el Estado de Derecho, la democracia y los Derechos Humanos y terminar adoptando los principios del monstruo, sea este israelí, ruso, norteamericano o chino.
De tal manera que si, en lugar de profundizar en la defensa del modo de vida europeo, nos empeñamos en construir un europeísmo que responda tan solo a la obsesión por los monstruos, la obsesión por el miedo, por la seguridad, y por armarnos hasta los dientes , que son los ejes sobre los que operan y crecen las ideologías reaccionarias, puede suceder que , a medio plazo, no quede nada por defender, nada al menos que nos haga distintos a los europeos de los rusos, los chinos ,de los estadounidenses, o de los israelitas transformados ya en democracias autoritarias. O peor, puede suceder que, andando el tiempo, nos miremos y no nos veamos ya tan distintos y solo hayamos vivido un espejismo, el de creernos mejores.