EL DIVÁN 1.0
…Y vivir de lo prohibido.
De tus finas aguas bebo constantemente.
De esas aguas cristalinas y transparentes me has de tí, un hombre realista y positivo, sin cadenas ni ataduras, sin reformas ni dogmas, nada más que lo que en las oscuras noches de tinieblas aprendí a perdonar y a que me perdonen.
No encuentro sitios donde encancelarme, como tampoco hayo treguas donde el alto el fuego queda permanentemente entrelazado en mis sueños de hábitos y hábitat en el cuál todo es eterno.
Pon dos clavos a mis alas, y seguiré persiguiendo a las esclavas pesadillas y miedos en los fuegos donde acabe abrasado por mi cobardía.
Cobarde a tener miedo, dulce refugio donde los libros hacen la mejor de las medicinas.
Afortunadamente, vivo y convivo conmigo mismo, sin pensar sí esto o lo otro, o tal vez lo sucesivo, tendrá algún cambio para mejor o para peor hacía mi persona.
Espléndidos fueron los grandes hallazgos en tu propio cuerpo, cóndename de por vida sí busco refugio en tus senos, dadme cobijo en tu boca, porque de lo que me separa de tí, es esa línea ascendente y transversal, donde nos encontraremos al final de la curva.
No me dejes a medias, ni solo. No me dejes estar loco.
Sediento y a pesar del hambre y el hastío que tengo de tí, me hacen ver que la vida de dos personas es más importante que la de una sola.
Porque uno más uno, suman dos…y son más fuertes.
Sempiterno.
Posdata: «Creo en la vida eterna en este mundo, hay momentos en el que el tiempo se detiene de repente para dar lugar a la eternidad» (FIODOR DOSTOIEVSKI).