La Navidad es una de las épocas más esperadas del año. Las luces, los villancicos, los regalos y la comida abundante son parte esencial de estas festividades que nos llenan de una calidez especial. Sin embargo, más allá de las tradiciones y las celebraciones, la Navidad se convierte en un tiempo en el que el amor familiar es el verdadero protagonista.
Para muchos, esta época es sinónimo de reuniones con aquellos que más queremos, de compartir risas y buenos momentos alrededor de la mesa. La familia, con sus peculiaridades y su historia, se convierte en el pilar de estas fiestas. Cuantos momentos, con la mesa llena, cantando y brindando, sin nada ni nadie que ensombreciera aquellos momentos, chapurreando villancicos entre risas. En la mesa de los niños, mis primos y yo “jugando” con la comida, haciendo mezclas con los refrescos, que luego bebíamos. El bisabuelo aún vivo, contando sus batallitas, bebiéndose el medio de vino que únicamente le dejaban beber en noche buena, mis padres mis tíos y mis abuelos conversando, a veces de cómo había ido el año ya que por motivos laborales las visitan eran contadas.
Sin embargo, no todo en estas fechas es alegría y celebración. Para muchos, especialmente para aquellos que han perdido a seres queridos, la Navidad también es un momento de tristeza y reflexión. La ausencia de un padre, una madre, un hermano o un amigo cercano se hace especialmente notoria en estas fechas. Las sillas vacías en la mesa, los espacios que ya no se llenan con la risa de aquellos que ya no están, son una constante en los pensamientos y en los corazones de quienes quedan. Es en estos momentos cuando la importancia de valorar a quienes todavía nos acompañan se vuelve aún más relevante. La Navidad es también una época que nos invita a recordar y a honrar a esos seres queridos que ya partieron, a mantener vivos sus recuerdos a través de anécdotas, canciones o incluso en los pequeños detalles, como dejar una vela encendida en su nombre. El sentimiento de que, aunque no los podamos ver, su amor sigue presente, da consuelo y nos permite vivir la Navidad con esperanza.
A pesar de las dificultades y los cambios en el mundo, como los debates políticos que muchas veces tienden a dividir a la sociedad, esta sociedad por cierto cada vez más polarizada, lo que realmente importa en estos días es poder estar con aquellos que más nos quieren. En un contexto como el de España, donde la política puede crear tensiones y divisiones, la Navidad nos recuerda que lo más valioso es el amor que compartimos con nuestras familias y seres cercanos. La política pasa, pero los lazos de afecto que nos unen permanecen y eso parece que lo hemos olvidado en estos últimos 10 años, en donde el gobierno se ha empeñado que en estos tiempos todo es conmigo o sino es contra mí. Vivimos tiempos, como ya he mencionado anteriormente, en los que las noticias y la polarización social nos invitan a mirar más allá de nuestras diferencias. La Navidad es un buen momento para abrazar a nuestros seres queridos, para dejar de lado las preocupaciones del día a día y enfocarnos en lo que realmente importa: el cariño que nos profesamos mutuamente.
En resumen, las fiestas navideñas son una oportunidad para celebrar la vida, para fortalecer los lazos familiares y para recordar que, a pesar de las ausencias y las dificultades, siempre hay algo que nos une: el amor. Y es ese amor el que, sin importar las circunstancias políticas o personales, nos da la fuerza para seguir adelante, vivir el presente y compartir momentos de paz y felicidad con aquellos que más nos importan.
Así que, aunque en el momento de lectura estas fiestas estén acabadas espero que, en esta Navidad, te halla rodeado de aquellos que nos quieren, que estas navidades de 2024 hayan creado en ti una huella imborrable en tu memoria. Solo quedándome que desearte un muy próspero 2025 en donde todos nuestros anhelos se vean realizados.
