EL DIVÁN 1.0
No todos los días son iguales, ya que en este mundo llamado planeta tierra, existen momentos felices mezclados con momentos de tristezas. En este sistema globalizado y politizado en el que nos quieren instaurar a modo de ordeno y mando, nos tiene un poquito enloquecidos. Últimamente la cosa no pinta nada bien para los ciudadanos de a píe, los tiempos cambian, pero para peor para todo aquel o aquella que persigue sus sueños totalmente terrenales a base de sacrificios y esfuerzos inconmedidos y absolutamente persistentes. No digo que sean los más inquietos nuestro jóvenes, pero esa inquietud les hace avanzar y alcanzar hitos tanto para la ciencia como para la humanidad en general. Mario Benedetti lo hizo exponer en su libro de poemas «Duermevelas». El escritor uruguayo hizo comprender las horas de insomnio con la propia realidad, así como el paso del tiempo, como el contacto con la naturaleza para evitar nuestros temores y nuestras dudas sobre nuestra existencia. A menudo nos fallan nuestros planes, y esos planes se ejecutan con la mejor medicina, amar la trama más que el desenlace, como cantaba el cantante también uruguayo como Mario Benedetti, Jorge Drexler.
Mirar la vida pasar con gafas de última generación es vital para encontrarnos de frente con futuros problemas que solventaremos con las ganas de luchar y de pelear hasta el último día de nuestros días. La mejor medicina no se crea en las archiconocidas empresas farmacéuticas, la creamos nosotros mismos, son esas endorfinas y dopaminas, que a través de nuestras emociones nos aportan felicidad y confianza. Al menos, yo he probado de esas dos medicinas, y las tomo en pequeñas dosis todos los días, y en altas dosis en mís días de crisis emocionales. El gran magnicidio son esas guerras por luchas de poderes, de egos, de ser los reyes de unos territorios que no son los suyos, faltando el respeto e incluso masacrando a personas civiles. Reconozco mis fallos, porque nadie es perfecto e incluso los que se creen Albert Einstein, también producen errores. Ante tal existencia del ser humano y ante mis noches de insomnios provocado por mi batalla con mi mente, ya tengo saldada otra deuda, el de recuperar una amistad de la infancia, en eso se trata la vida, en ir recuperando y admitiendo errores, perdonarse y empezar esa amistad que creo que ha merecido la pena volver a recuperarla, gracias a ese gran trabajo que ha hecho «Duermevelas».
Te lo agradezco, Mario Benedetti, y a otro gran poeta como es el granadino y actualmente director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, que a través de sus poemas he podido comprender mi existencia en esta vida, y por algo en este rincón del «El Diván», lo plasmo para que los lectores y lectoras de Guadiato Información y Azuaga Campiña Sur, lean sobre mis pensamientos y mis inquietudes del día a día de lo que contemplan y siente mi mente. Por siempre, «Duermevelas».
Posdata: «No quiero buscar a nadie más…quiero intentarlo contigo hasta que nos salga bien» (MARIO BENEDETTI).
