EL DIVÁN 1.0
05:00 horas de la madrugada. Salgo todas las noches a la calle a esa misma hora, hay una voz que me incita a salir de mi casa, dejar las sábanas de mi cama revueltas. Medio dormido salgo a deambular por la urbe, a reencontrarme con esa voz, que me susurra en el aire que destila un olor especial, esa misma voz que cuando me esquiva y me hace retirar hacía mi cama me tapa con las sábanas para que no pase frio. Siento que me da gélidos besos en las mejillas, me acaricia el pelo, me hace reír con sus bromas, me contagia su risa, no puedo más, no puedo parar de reír, me cosquillea y me hace elevarme hasta el firmamento. Entre la oscuridad de la noche me adentro con ella, voy en busca de esa voz, pero cuando creo que ya la he encontrado, me esquiva por enésima vez. Me vuelvo otra vez a mi cama con la sensación de cómo poderla hallarla y conocerla, preguntarle qué es lo que realmente quiere de mí. Así todas las noches a la misma hora, se repite la misma acción, cada madrugada va a más, me dice que me desea, pero parece que se avergüenza de mí, se sonroja también ella cuando voy a verla y se va. La podría describir sin verla, verás; tiene el pelo como la misma noche, alta como las cumbres de las montañas, los ojos parecen recién extraídos de una mina de carbón, sus brazos son como los trazos blancos que hay en ambos lados de la carretera, sus piernas son como las cuerdas de un arpa, y su boca es como las teclas blancas de un piano de cola que solo toca para mí.
Es única, me tiene atrapado, hipnotizado, es savia que se escurre entre mis dedos, pero aún no se deja ver, ¿qué debo de hacer para conquistarla?, para que se deje ver de una vez por todas. Poco a poco voy empezando a conocer sus gustos, su perfume favorito, su olor preferido, de eso precisamente querría yo hablar, tiene un aroma que la hace ser irremplazable entre otras fragancias, me lo deja todos los días impregnado en mi ropa, no tiene límites conmigo, juega con mis sentimientos, me tiene acorralado, aprisionado en sus redes, no sabe qué más hacer para verme sufrir, ella simplemente sabe lo que ha de buscar en mí para mantener mi llama del amor encendida. A veces es un volcán en plena erupción, me dice que salga a buscarla y cuando mis píes se van acercando a ella lo único que me deja entre mis arqueadas piernas es una flor alargada de color blanca y de regreso a casa voy escuchando la misma melodía, entre el viento que me recia mi cara con las estrellas como testigo, parece una niña mimada y consentida, que no deja de llamar su atención, pero me despierta lo que ninguna otra mujer me ha hecho despertar y creer tanto en el amor tanto como ella. La última noche me pidió entre sollozos que no la dejara nunca sola, que ella lo único que quiere es que le aporte el mismo amor que ella me da, que la protegiese de por vida, que le diera cariño, que ella estaba exenta de besos, de caricias, de ternura, que le escribiese de vez en cuando poemas de amor para enriquecer su alma y se lo recitase a plena luz de la luna, que lo que buscaba de mí era solamente llamarme la atención a través de sus virtudes y encantos, que son demasiados para mí, pura y neutra como el agua clara que recorre río abajo, me suplicó que me fijará en ella, que precisamente lo había dejado todo por mí, pero le dije: “cómo voy a dejarlo todo y me voy a ir contigo”, y me contestó con una voz dulce y angelical que ella precisamente lo había dejado todo por mí, que venía de un sitio donde todo era extraño para ella y que sus padres eran la fría noche y la luz de la luna, ahí fue donde mi corazón se hizo más pequeño, mis ojos empezaron a empañarse en un mar de lágrimas, poco a poco fuimos acercándonos, intercambiamos confidencias, miradas, gestos, pero llegué a la conclusión de que tenía que hacer algo por ella, o tirarme al vacio sin paracaídas o quedarme como estaba, ella me dio un ultimátum; “Esta es la última noche que te vengo a visitar, o te vienes conmigo o no vuelvo a verte más”, le supliqué que ahora, era yo el que no le debería dejarla sola, que estaba atado de píes y manos, que estaba enamorado de ella hasta límites insospechados, que nunca había sentido nada por ninguna otra mujer que no fuera ella, qué iba hacer yo sin la luz de mi vida, no soy nada, le supliqué entre lágrimas.
Me indicó cual era el camino a seguirla, que si quería saber cuál era su verdadero nombre, tendría que dejarlo todo por ella, a renunciar a todo por completo y emprender el viaje hacia donde el destino nos quisiera llevar, que no habría historia de amor más real que la nuestra, al final me decanté por seguir sus pasos, se había salido con la suya, entonces llegó el momento de no mirar hacia atrás e irme con ella. Nos cogimos los dos de la mano, nos elevamos hacia el cielo y le pregunté mientras subíamos; ¿Te importa decirme cuál es tu verdadero nombre?, ella me dijo que lo tenías cada noche entre tus brazos, pero era una flor blanca y alargada le dije, ella entre risas me dijo; ahí está mi nombre. Mientras me estaba besando por primera vez en los labios, tanto te ha costado le dije, tanto que desaparecimos del planeta por completo y entre los aullidos de los lobos de la madrugada y la tenue luz de la luna llena estalló una voz diciéndome al oído; Mi nombre es “LA DAMA DE NOCHE”, y desaparecimos….
Posdata: “Se puede besar con la boca, pero también se puede besar con la mirada” (GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER).
M´Expreso, una cápsula en forma de microrelato. ¿Y tú? ¿Te expresas?
Imprégnate con esta bonita historia de amor. ¿Te atreves a leerla?
Sergio Delgado Cintas. 07/07/21