La mejora en pruebas de imagen y de diagnóstico y la mayor información y sensibilización de la sociedad son los principales motivos
Especialistas de Neurología del Hospital Universitario Reina Sofía coinciden en la detección cada vez más temprana de personas con Alzheimer, un dato muy significativo dada la progresiva pérdida de autonomía que puede provocar. Es la forma más común de demencia, y suele afectar a mayores de 65 años (entre los 40 y 65 años la prevalencia es de 0,05%). Se estima que cada año surgen 150-200 casos nuevos de enfermedad de Alzheimer presenil (inicio precoz en menores de 65 años) en Andalucía y que en total deben estar afectados unos 120.000 andaluces, independientemente de su edad. En España, la cifra de afectados asciende a las 800.000 personas.
La mayor sensibilización y el acceso a la información de la sociedad, el trabajo multidisciplinar e interniveles con atención primaria, así como el acceso a determinadas pruebas de imagen (PET y la resonancia) y diagnóstico (biomarcadores específicos de Alzheimer en líquido cefalorraquídeo ya disponibles en Andalucía), están contribuyendo a que el diagnóstico de esta enfermedad se realiza cada vez antes, cuando la afectación es aún leve.
Y es que, las sospechas de deterioro cognitivo constituyen, junto con las cefaleas, uno de los principales motivos de valoración por el servicio de Neurología. Anualmente, más de 4.000 pacientes con esta enfermedad son atendidos en consultas en el Hospital Reina Sofía y se detectan 300 nuevos casos cada año. Así lo han puesto de manifiesto esta mañana el equipo de Neurología, Radiología, Salud Mental y Análisis Clínicos implicado en el abordaje de esta patología, que han querido insistir en la importancia de seguir avanzando en investigación y en sensibilización. Junto a ellos, la delegada de Salud y Consumo, María Jesús Botella, el director gerente del hospital, Francisco Triviño, y el presidente de la Asociación Alzheimer San Rafael, Francisco Manuel Blasco han visitado esta mañana la mesa informativa que la asociación ha instalado en el complejo sanitario por la conmemoración del día marcado para visibilizar la importancia de esta enfermedad y su impacto en la vida de la persona que la sufre y de las familias.
La enfermedad de Alzheimer constituye la causa más frecuente de demencia, que conlleva la pérdida progresiva de funciones. Concretamente, el motivo de esta afectación, según explica el neurólogo del hospital cordobés, José Javier Bravo, “se encuentra en un depósito anómalo de proteínas que interfieren en la comunicación entre neuronas, lo cual lleva a una alteración en distintas funciones cerebrales, siendo la más típica la afectación de la memoria, aunque pueda haber otras implicadas (por ejemplo, lenguaje, funciones ejecutivas, visuoespaciales, etc.)”
Recursos y tratamiento
El Hospital Reina Sofía cuenta con una unidad de día donde se realiza la determinación de biomarcadores en líquido cefalorraquídeo (que ayuda al diagnóstico de demencia). También dispone de una consulta monográfica de deterior cognitivo y un equipo de investigación para el estudio más profundo de algunos pacientes que podrían beneficiarse de ensayos clínicos.
Asimismo, se han puesto en marcha iniciativas como la teleconsulta con atención primaria, que permite una atención más ágil de los pacientes, junto a Radiología, y buscando la atención en acto único (diagnóstico, realización de pruebas e indicación del tratamiento personalizado). Solo en 2023 se realizaron 732 teleconsultas por ‘fallos de memoria’, de las que cerca del 58% fueron diagnóstico de demencia de este tipo. En cuanto a los datos de atención en primera consulta, más de un millar de pacientes fueron atendidos por el equipo de Neurología y, de ellos, 432 personas necesitaron una atención más específica en consulta monográfica.
El circuito habitual de manejo comienza por el médico de atención primaria, quien desempeña una labor fundamental en las primeras fases de diagnóstico de un posible deterioro. “Es indispensable en un primer momento evaluar factores que puedan ser corregidos, por ejemplo, por citar los más frecuentes e importantes: medicación con efectos adversos en la cognición, síndrome ansioso-depresivo, problemas metabólico-carenciales (hipotiroidismo, déficit de vitamina B12 o ácido fólico), entre otros”, señala el doctor Bravo.
Una vez realizado esto, es importante valorar el grado de repercusión funcional que tiene sobre la autonomía del paciente para sus actividades del día a día. De un modo esquemático, se clasificarían los casos como deterioro cognitivo leve (sin repercusión funcional) o demencia (con repercusión funcional). Dentro de estos últimos se debe establecer si están afectadas las actividades instrumentales extra domésticas (hacer la compra habitual, por ejemplo), las instrumentales domésticas (cocinar o manejar la medicación) o las básicas de autocuidado (vestido, aseo, comida, etc.)
El doctor Bravo explica que desde la sospecha inicial se debe iniciar un manejo no farmacológico, fundamentado en actividades de estimulación (por ejemplo, en talleres de memoria). Una vez enfocada la sospecha, la valoración por neurología se dirige a establecer la necesidad de estudios complementarios, confirmar el posible diagnóstico y, si es preciso, iniciar tratamiento sintomático.
En esta línea, el especialista señala que “el estudio de neuroimagen es fundamental para determinar si se trata de una pérdida cognitiva de origen primario degenerativo (cuyo máximo exponente sería la enfermedad de Alzheimer) o si es secundario a alguna otra causa (por ejemplo, vascular)”.
En cuanto a los fármacos disponibles para abordar la sintomatología, no se ha avanzado mucho en los últimos años, “ya que siguen siendo los mismos y su efectividad es modesta en el mejor de los casos, intentando paliar algunos de los síntomas de la enfermedad, aunque sin llegar a producir un cambio en la evolución de la misma”. Concretamente, en un primer escalón se encuentran los llamados anticolinesterásicos, que actúan tratando de evitar la degradación del neurotransmisor acetilcolina, uno de los principales encargados de la conectividad entre las neuronas. En un segundo escalón se encuentra otro fármaco, memantina, indicado en fases moderadas, para paliar la neurotoxicidad de determinadas sustancias relacionadas con la progresión del deterioro. No obstante, el equipo de Neurología recuerda que el tratamiento no farmacológico, sobre todo la estimulación cognitiva, es un pilar fundamental y debe acompañar a cualquier medida farmacológica.
Investigación
Las investigaciones activas en estos momentos están permitiendo avanzar hacia el diagnóstico lo más temprano posible y en la búsqueda de nuevos tratamientos que aporten mejoras respecto a la situación actual.
Según explica el doctor Eduardo Agüera, neurólogo del hospital e investigador del iMIBIC, “En el campo de investigación del diagnóstico, en Córdoba destaca la capacidad de detectar el depósito de beta-amiloide cerebral tanto en pruebas de neuroimagen (PET amiloide) como a través de una punción lumbar (líquido cefalorraquídeo). Nuestro centro lleva más de 8 años realizando estas técnicas diagnósticas, y algunas están ya disponibles fuera de la investigación en ensayos clínicos y se usan en la asistencia. Lo más novedoso, es la llegada del diagnóstico a través de un análisis de sangre (detección de proteína Tau), que está en fases de investigación, pero no dudamos que en pocos años esté disponible en la consulta de neurología. De hecho, ya existen kits de diagnóstico para las muestras de sangre, pero solo para investigación o uso personal”.
En cuanto al tratamiento, el doctor Agüera señala la falta de novedades, siguen disponibles las terapias sintomáticas, pero aspira a que en breve se puedan autorizar terapias que modifiquen la evolución de la enfermedad. Estos tratamientos se han estado administrando en nuestro hospital desde hace 5 años, pero solo dentro de ensayos clínicos. Estos tratamientos ya están disponibles en Estados Unidos, y espera que en breve puedan llegar a Europa para su uso fuera de los centros de investigación. Se trata de terapias biológicas con anticuerpos monoclonales dirigidos a la beta amiloide o a la tau que se depositan en el Alzheimer, limpiando el cerebro de dichas sustancias. Lo más novedoso en las terapias, según apunta el neurólogo, “es que las investigaciones ya no solo se centran en terapias contra las placas beta-amiloide que ya están autorizándose en otros países, sino que también se está dirigiendo el foco a quitar la proteína tau fosforilada (ovillos que se forman en el cerebro), un enfoque de investigación que también tenemos activo en nuestro hospital”.
Gracias a este amplio arsenal de líneas de investigación, el hospital y el IMIBIC acogen a pacientes en investigación de toda Andalucía y, “aunque algunos resultados preliminares están siendo esperanzadores, es aún pronto para poder disponer de ellos en la práctica clínica diaria”, apunta el doctor Agüera.
Por último, otro aspecto importante sobre el que se han publicado resultados, es la importncia de la práctica de hábitos de vida saludable. Concretamente, señala que en un 40% de los casos la demencia podría llegar a prevenirse modificando nuestros malos hábitos y adoptando un estilo de vida saludable (dieta Mediterránea, control colesterol, evitar obesidad, no fumar, etc.) De hecho, dada la mejora de los hábitos de vida de la sociedad en los últimos años, se estima que podrían mejorar los datos de incidencia de cara al 2050.