En los últimos tiempos, asistimos atónitos e impasibles, todo sea dicho, al gran esperpento de la maltrecha justicia española, justicia que se esmera cada vez más en demostrarnos que no somos todos iguales ante la ley. Leyes que moldean, estrujan y burlan nuestros políticos para quedar libres de hechos que para cualquier otro ciudadano serían penados con la entrada en prisión.
Estábamos acostumbrados que nuestro amado líder (lo llamo así por eso de la nueva libertad de prensa que pretende instaurar), Pedro Sánchez, vapulea sistemáticamente nuestra separación de poderes, retorciéndolas y revirándolas para salirse indemne de cualquier situación. No duda además en poner todo el sistema a funcionar si de salirse con la suya se trata. No hace mucho, con la deuda española en límites nunca antes vistos, se ha permitido el lujo de comprar accionariado de telefónica o incluso se ha permitido el fichaje del humorista David Broncano, en un alarde de chulería y en contra de Pablo Motos, quien critica fuertemente su gestión a diario, por el módico precio de 10 millones de euros anuales en un mínimo de 3 temporadas. Como les iba diciendo, estamos acostumbrados a este esperpento y pensábamos que su deidad no podía ir más lejos, pero una vez más, si, si puede ir más lejos, a veces olvidamos que ha vendido su alma y a España por 7 votos, siendo el primer presidente en hacer algo semejante, todo por dormir en el colchón aquel que cambió nada más entrar en la Moncloa. Pues bien, ahora utiliza sus influencias para el despegue de la carrera laboral de su mujer, la cual da catedra sin tenerla, cosa que a mí no me importaría, siempre y cuando haya algo que enseñar, no es el caso ni de lejos. Aprovecha una institución como es una universidad para conseguir una subvención para el desarrollo de un software, que es un programa para un ordenador, el cual después registra a su nombre sin el menor de los pudores. Visitas de empresarios al Palacio de la Moncloa, con el fin, supuestamente, de conseguir favores en licitaciones públicas, en las que Begoña, mujer del presidente, hacía cartas de recomendaciones, de las cuales dicen que no eran vinculantes, pero que surtían su efecto, adjudicando los contratos a estos empresarios.
Pensáis que ya no se puede más, si se puede cuando de la familia se trata, el hermanísimo, un gran músico que ha sido escuchado en su casa, consigue un contrato en la Diputación de Badajoz de “alta dirección”. Trabajo, que anteriormente era desempeñado por profesores en su tiempo libre. Por cierto, la misma Diputación de Badajoz ha tenido que crear un puesto similar para cubrir el desempeño que debería hacer este señor, porque se ausenta sistemáticamente del puesto y presuntamente, no aparece en largos periodos de tiempo, alegando teletrabajo y a pesar que un puesto de “alta dirección” tiene que ser desempeñado presencialmente. Como guinda del pastel, el buen hombre, a pesar de tener un trabajo en España, tiene su domicilio fiscal en Portugal, estratagema utilizada para pagar menos impuestos y así engrosar su patrimonio, que, según fuentes de los distintos medios, rondaría los 1,7 millones de euros. Una cantidad asombrosa para cualquier trabajador de los que si acuden a su puesto de trabajo a diario.
Con todo esto y más, nos levantamos estas últimas semanas con la absolución en una de las causas a altos exdirigentes de la Junta de Andalucía por el caso de los ERES, no contentos con esto sacan pecho que el juez instructor haya fallado a su favor exculpándolos de tal delito, sin recordar que 7 jueces anteriores condenaron tal causa y que solo uno, no libre de sospechas ha ordenado su exculpación.
En fin, ¿Qué será lo próximo? Estoy seguro de que prontos veremos una nueva entrega de este culebrón, que espero que pronto tenga su fin, por el bien del interés común y de todos los españoles.