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LAS VERDADES DEL ESPEJO

Otra vez el espejo le miente cuando Lucía se enfrenta a él cada mañana, se ve cada día más rara, ve un cuerpo ante sus ojos como el de una embarazada, se nota la cara hinchada y la barriga como si tuviera la talla cincuenta y dos. Se viste deprisa junto al espejo para no ver su cuerpo, su desnudez no le hace ver que su belleza interior es más poderosa que la exterior. Pero la cita con su psicóloga es a la diez antes de que a las doce entre a trabajar en una franquicia de una marca conocidísima española en el centro de la ciudad para sacarse unos dinerillos con el cuál costearse sus oposiciones de magisterio. ¿Qué es lo que viste en mí?, le dice cada noche al acostarse al espejo después de tener un día ajetreado.

Por la mañana estuvo en la unidad de salud mental con la cita con su psicóloga, para tratar su anorexia nerviosa y mantuvo una conversación poca halagüeña con su especialista porque al pesarla tuvo una discusión con su psicóloga porque le decía que pasaba cuarenta y un kilo que no podía seguir así y que ella decía que pesaba noventa kilos. Y lo que no sabía que el espejo le estaba mintiendo o tal vez quizás el espejo no le estaba mintiendo, sino que le estaría diciéndole la verdad, que lo que realmente lo que le estaba mintiendo cada vez que se reflejaba en él era su mente, su cerebro le hacía ver cosas fuera de la realidad, que era un saco de huesos a punto de claudicar cualquier día. Después se fue a trabajar a las doce a la franquicia de tienda de ropa y salió a las cinco de la tarde y llegó a casa de sus padres y apenas merendó algo. Al instante, lo vomitó y cogió su bolsa del gimnasio y se fue al centro de actividades deportivas que estaba cercano a casa. Llegó a las ocho y media, se duchó y cenó una ensalada y un filete de pechuga de pollo y volvió al mismo lugar donde depositó por la tarde lo que había merendado, y de nuevo, estaba engañando a sus padres, que estaban preocupados por la salud de su hija.

Lejos de mirarse en otros espejos, que al fin le hicieran ver, que los cánones de belleza están en un cuerpo sano y acorde con su fisonomía y a lo que a Lucía se refería estaba totalmente descompensado con su estatura, ya que ella era alta y con unos rasgos faciales preciosos, para estar en esta triste situación. Pero lo que me conlleva a narrar esta historia, que a lo que le sucede a Lucía, es que algún día se dé cuenta que no solo por tener un cuerpo delgadísimo, la sociedad te va a mirar mejor. Sino que la sociedad te quiera y te admire tal y como eres y que cuando no sepas a donde ir o acudir, que tú seas el dueño de tu cuerpo, no los demás, si alguien te juzga por tu físico. Esa misma frase le hizo cambiar el chip a Lucía y no solo le admira ahora su novio, sino que ahora también, es la imagen de una de las firmas más prestigiosa de moda y dejó de ser una mujer enjaulada en su cuerpo, a ser modelo “Curvi”, y pasearse por todas las pasarelas del mundo. Hoy es feliz y sabe cómo llevar una vida plena y feliz. Y que la belleza interior brilla más que la exterior. Pero en el caso de Lucía tanto la belleza interior como exterior eran pura elegancia y sutileza y quedaban tanto hombres como mujeres encandiladas a su belleza.

Y concluyendo con las verdades del espejo, es que el espejo nunca miente, nos hace sacar lo mejor de nosotros y lo que realmente miente es nuestra mente que no sabe a veces aceptarnos tal y como somos y el mejor regalo que nos puede hacer nuestra mente en casos como el de Lucía, es que el mejor prototipo de mujer o hombre es el que nos haga plenamente felices con pequeños detalles cada día y esos pequeños detalles son el amor y la compañía. Y eso, está dentro de cada uno de nosotros y dejar el disfraz en algún rincón y ser nosotros mismos y desnudarnos mentalmente ante alguien que nos quiere y nos quieran tal cuál como somos, sin filtros, ni patrones de bellezas. Y que la única verdad la tenemos cuándo nos miramos frente al espejo y nos reímos de nuestras faltas físicas, porque todos las tenemos. Y ahí está la esencia y la hermosura de cada persona.

Postdata: “Que las medidas de tu cuerpo, no midan la amplitud de tu sonrisa” (ANÓNIMO).

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