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Azahara Montero Panadero
CARTA DESDE MÉXICO
Publicado el 12 de Enero de 2013, Sábado

Lourdes Paredes Cuellas

Curiosidades -

Hace tres meses, dejé mi pueblo de tres millares de personas y me trasladé a vivir a la que, hoy por hoy, es la ciudad más poblada del mundo: México D.F.

El caos y el desconocimiento de los primeros días, fue desapareciendo una vez que me instalé y empecé a trabajar en uno de los hospitales generales de la ciudad en el que, tanto mis compañeros de Córdoba como yo, fuimos muy bien acogidos por todos.

La gran diversidad racial que encontré entre mis compañeros fue la primera cosa que captó mi atención. Cada uno era completamente diferente. Gente de piel blanca y ojos azules, mezclada con gente de rasgos típicamente indígenas. Gente con nombres españoles y gente con apellidos impronunciables. Lo mismo pude percibir entre los pacientes.

La otra gran cosa que me sorprendió fue la diversidad lingüística. En México, hoy en día se hablan más de 60 lenguas, y no es raro, que en alguno de tus días en el hospital, lleguen pacientes que no saben hablar español. El otomí, el olmeca, el náhuatl, el totonaco…son lenguas con las que convivimos día a día y con las que, si no fuera por la ayuda de los familiares de los pacientes, no sabríamos lidiar.

Los Sistemas de Sanidad y Educación en este país están muy fragmentados. El gobierno tiene un cierto sistema público del que los funcionarios y las clases más pobres pueden beneficiarse (sólo en parte). La gente de clase alta, considera deshonroso acudir a escuelas públicas o a hospitales públicos.

Por lo general, los servicios en el hospital se pagan. Hay muy pocas cosas gratis. Se pagan las consultas, las radiografías, las analíticas, los ingresos, las operaciones y, de hecho, no han sido ni uno ni dos, sino muchos más, los pacientes que, con problemas de vesícula, con un trabajo de parto iniciado, con una apendicitis han huido del hospital por no tener dinero para afrontar los gastos. Eso me hace pensar muchas veces en la suerte que he tenido de nacer en un país con Sanidad universalizada, que no sé si tendrán mis hijos o yo misma en unos años.

Por otro lado, no puedo hablar de México sin hablar del que constituye uno de sus problemas principales: la violencia. Mucho se comenta en los medios internacionales sobre la inseguridad ciudadana en este país. Es cierto que los salarios son muy bajos, que los ricos son muy ricos y los pobres casi no tienen para comer y que, eso condiciona que una minoría, repito, minoría de personas cometan ilegalidades. También es verdad que, en algunas ciudades, el narcotráfico es uno de los pilares de la economía y que, en ellas, los narcotraficantes ostentan un poder político tan importante como lamentable. Por otro lado, ya tuve la mala suerte de ver con mis propios ojos a pacientes que fueron tiroteados mientras andaban por la calle, probablemente inmiscuidos en ajustes de cuentas propias o ajenas.

Pero si bien ésa es una realidad que está presente, hay que saber distinguir que no todo en México es delincuencia, que la mayoría de la gente intenta ganarse la vida lo más dignamente posible y que no hay que tener miedo de vivir aquí, porque es más que posible llevar una vida agradable y normal en la que esos problemas no tienen por qué entremezclarse con las actividades normales de  cada uno.

Además de lo que nos quieren contar en la tele, México tiene muchísimas cosas admirables. Aunque en un primer momento pensé que la capital, que es donde yo vivo, sería una ciudad simple e industrializada, fui dándome cuenta poco a poco de la cantidad de monumentos y cosas apasionantes de las que se puede disfrutar.

En la ciudad de México, llamada antes de la llegada de los españoles Tenochtitlán, pueden visitarse los restos del Templo Mayor, que es parte de aquella vieja ciudad precolombina en la que vivían los aztecas antes de que Hernán Cortés se apoderase de estas tierras. Existen restos de viviendas, templos de culto y un museo en el que, a través de los restos arqueológicos y las leyendas transcritas uno puede aprender muchos aspectos curiosos sobre esta cultura.

­Muy cerquita de ahí, a escasos dos minutos, está el Zócalo o plaza principal, que constituye el centro neurálgico de la Ciudad de México y es sede de múltiples instancias del gobierno albergadas en el Palacio Nacional. También en esa plaza y en sus alrededores hay muchas iglesias (aquí llamadas catedrales) de gran valor arquitectónico y pictórico, así como otros edificios emblemáticos. Así mismo, existen infinidad de museos, entre los que yo destacaría el Museo Nacional de Antropología, Museo de Bellas Artes y la Casa-Museo de la conocidísima pintora mexicana Frida Kahlo.

Otros emplazamientos a tener muy en cuenta por quienes visiten esta república son la pirámide de Teotihuacán, el Castillo y Parque de Chapultepec, la ciudad maya de Chichén Itzá, Tulum, Taxco, los bellos estados de Veracruz y Chiapas, ciudades coloniales como Puebla o Mérida, los pueblos mágicos mexicanos, etc…

En cuanto a biodiversidad, éste es un país que cuenta con muchísimos ecosistemas y con una gran muestra de paisajes diferentes. Esta república, con unas de las mayores reservas de petróleo del mundo en el Golfo de México, cuenta con impresionantes playas (Riviera Maya, Acapulco, Baja California, Oaxaca, Chiapas), pero también con impresionantes terrenos montañosos, desiertos y paisajes boscosos.

No puedo hablar de México y no mencionar los tesoros de su gastronomía. Si bien al principio el picante no era muy tolerado por mi estómago, poco a poco, fui educando mi paladar al chile que tan usado es aquí. Merece la pena probar los tacos en sus múltiples estilos, el chile en nogada, las cemitas, las tortas ahogadas, el mole, el pozole, los elotes, los esquites, las enchiladas, los chilaquiles, etc.

En cuanto al “trago”, el Tequila y el Mezcal, ambos obtenidos de una planta que se llama maguey, son las estrellas; y es que, a pesar de lo que muchos creen, no sólo sirven para “olvidar al estilo Jalisco”, sino que constituyen las bebidas principales en cualquier acontecimiento típicamente mexicano que se precie.

¿Y qué tenemos en cuanto a la música? El Mariachi es, sin duda alguna la agrupación musical más conocida allende fronteras. Tradicionalmente ha estado presente en contextos románticos en los que se interpreta música occidental, rancheras, boleros, etc.,  Sin embargo, estos estilos, compiten aquí con otros estilos no menos importantes como son la música norteña, la música de banda, incluso estilos más actuales como la canción ligera, el pop y los boleros, cada uno de ellos con un público diferente o entremezclado.

Podría escribir hojas y hojas de este país infinito. En definitiva y, personalmente, siento que México es una tierra que merece la pena conocer y vivir. Si bien no cuenta con la más justa repartición de la riqueza, sí cuenta con lo más importante, el factor humano. La amabilidad y el carácter de sus gentes, su riqueza histórica, artística, gastronómica y natural, etc, hacen que éste sea un país que no pasa desapercibido en la memoria de quien tiene la oportunidad de visitarlo.     

 

 

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