Publicado el 20 de Noviembre de 2022, Domingo José Gordón Márquez
Azuaga - Opinión -
Nunca
antes en el ancho recorrido desde una puerta a otra de Madrid, se vio
manifestación más popular, bulliciosa y verbenera. Se desbordó la alegría, y
por las calles engalanadas y entre plumas de colores y serpentinas fugaces,
reclamaban los manifestantes a gritos sus derechos, para que de una vez por
todas y sin tanta lentitud, sean reconocidos como personas normales.
La sobreexcitación de muchos,
como llevados de una hiperemia, hizo deslucir un poco los colores del arco
iris. Algunos, se inflamaron tanto, que a los más inalterados suscitarían la
resurrección de la carne. Las lenguas, buscaban otras lenguas; los gestos,
llevaban a otros gestos.
Pero, sucede, que igual que
hay prólogos tan malos, que no invitan a leer libros, la manifestación
gay también tuvo su prólogo. En realidad, en
la celebración de sus 25 años de lucha, fueron al mismo tiempo vencedores y
víctimas.
En
la cabecera de la manifestación se
situaron portando una pancarta destacados líderes sindicales, con caras afables
y amplias sonrisas.
Estoy
alejado de política, me da lo mismo unos que otros, pero ellos, los
políticos, debieron quedarse al margen. Hubiera sido todo
más auténtico, no adulterado.
Porque, veámoslo con luz de
día: ¿Iban en defensa de gays y
lesbianas, o buscaban futuros votos?
Pienso que eran luchas muy
distintas.
Si pudiera hacerse radiografía
de los pensamientos...
Dicen que un famoso
cura iba como la diosa Cibeles, subido en una carroza. Lágrimas de
emoción le embargaban.
Pero en sus labios
pareció leerse:
“Dios te Salve María...”
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Noticia redactada por :  José Gordón Márquez
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